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miércoles, 23 de octubre de 2013

Bolivia Chile. Entre la confusión y la desazón. titula Harold Olmos un artículo en dos partes que publicamos sobre el callejón sin salida de la relación hoy.

Las relaciones entre Bolivia y Chile, probablemente las más quebradizas en América del Sur, están en un callejón del que no saldrán a menos que ocurra una extraordinaria buena voluntad  de las dos partes que,  por ahora, luce improbable.
Por las señales de los últimos meses, el callejón se volverá más oscuro  antes de que emerja alguna luz que ofrezca perspectivas reales de mejoramiento. De momento, mientras los gobiernos de los dos países continúen enfrascados en disputas políticas a corto plazo (Chile con elecciones presidenciales el próximo mes, y una probable segunda vuelta, y Bolivia el próximo año) tendrán la visión bilateral muy estrecha.  Ambos, al menos en sus niveles mejor preparados,  parecen conscientes de que la cuestión es en estos tiempos como brasa que quemará a quien quiera agarrarla.
Una invitación de la cancillería chilena a una docena de periodistas, observadores y ex diplomáticos bolivianos la semana pasada, dentro de un programa para mejorar las percepciones recíprocas, permitió conocer con más detalle el punto de vista chileno prevaleciente sobre el más que centenario reclamo boliviano:  la negociación debe continuar. Con el país desprovisto de aliados de peso dispuestos a apostar su prestigio en la causa boliviana, el rumbo que ha tomado la relación bilateral no parece dejar a Bolivia otro camino que persistir en el diálogo.
Esta conclusión puede valer también para Chile que, en ese horizonte de negociación sin plazos, se siente más confortable pues no tiene la urgencia que motiva a Bolivia para cerrar de una vez y de manera permanente las heridas de la Guerra del Pacífico.
Bajo la óptica de la actual oposición chilena, el rumbo que han tomado las relaciones bilaterales es responsabilidad de la administración del presidente Sebastián Piñera. En la calificación de uno de sus líderes, esa política ha sido “nefasta”.
Es imposible no pensar que la afirmación puede también expresar un propósito de eludir la cuenta que le correspondería al gobierno anterior, que presidió Michelle Bachelet, ahora favorita indiscutible para la reelección, en primera o segunda vuelta. Fue bajo su gobierno que los dos países llegaron a la “agenda de los 13 puntos” que no logró avanzar en abordar el tema que para Bolivia es la piedra angular de toda su política exterior: el acceso soberano al mar, perdido en la guerra de 1879. Los líderes opositores a quienes escuché no han precisado qué es lo que ellos habrían hecho para proseguir el curso de aquella agenda y evitar el desencanto que permeó los ánimos del presidente Morales y su gobierno y acabó conduciendo la controversia hacia la Corte Internacional de Justicia.            
En los dirigentes actuales existe “la voluntad de cumplir” el fallo que pudiere dar La Haya, quizá en tres o más años. Esta voluntad  debe ser examinada con rigor en Bolivia, pues gran parte de los líderes y pensadores con los que habló el grupo del que yo era parte  cree que ese tribunal se declararía incompetente para pronunciarse sobre el planteamiento boliviano y/o sugeriría a las partes dialogar y entenderse. Es decir, volver a la primera estaca de demarcación del problema y hacer lo que se hacía hasta antes de ir a La Haya.  
No están lejos de esa hipótesis algunos pensadores “entrantes”, uno de los cuales subrayó que Bolivia tiene que “asumir los riesgos” de haberse enrumbado hacia La Haya. “Vamos a pasar cuatro o cinco años para llegar a lo mismo. Nada habrá cambiado”.
Si Bolivia incluyó en sus cálculos estas visiones de la cuestión y las barajó con el debido cuidado, pertenece al ámbito especulativo.  Lo evidente es que el desplazamiento de las piezas bolivianas ha ocurrido cuando aún no se ha levantado el telón de la decisión del mismo tribunal en torno al diferendo marítimo Perú-Chile. Lo que se vea tras ser levantado el telón puede influenciar el curso de la relación Bolivia-Chile.  Como dijo un analista favorable al posible gobierno (re) entrante de Bachelet, un fallo de La Haya susceptible de ser  interpretado como adverso a los intereses chilenos condicionaría el ánimo respecto a Bolivia de quienquiera que ocupe La Moneda.   Es decir, el tiempo que el historiador y diplomático chileno (fue parte del Consulado en La Paz hasta hace poco) José Miguel Concha describe como la política chilena de sesgo boliviano se habría agotado.

viernes, 4 de octubre de 2013

miente el canciller o miente el renunciante...Choquehuanca dice Lanchipa renuncia por reorganización interna, Lanchipa dice estar enfermo. porqué en el frente oficial no se ponen de acuerdo y dan una "mentira concertada"?

La confianza en la política marítima del Gobierno, en la actuación de sus funcionarios y cualquier otro paso para el cumplimiento de los objetivos, es fundamental de parte de la población.

Los asuntos relacionados con la política y estrategia marítima que el Gobierno nacional lleva adelante, revisten enorme importancia, y por ello mismo, deben ser manejados con absoluta claridad tanto en las decisiones que se adopten respecto al funcionamiento de las instituciones y personeros, cuanto en las coyunturales y de largo plazo.
quién miente? Lanchipa "me voy enfermo" o Choque "reajuste interno?"


El alejamiento del director de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar), Juan Lanchipa Ponce, quien presentó su renuncia al presidente Evo Morales, no es un hecho más, circunstancial, y como tal merece explicaciones claras. 

La renuncia de este alto funcionario, sostiene que se aleja del cargo por motivos de salud que le impiden continuar en el ejercicio del mismo. La explicación formulada por el canciller Choquehuanca señala que la dejación del cargo, se debe al inicio de una nueva etapa en la demanda que presentó el país contra Chile ante la Corte Internacional de La Haya.

Lo que llama la atención son las versiones diferentes para un mismo hecho, es decir, las razones de salud y la reestructuración, que asume, ya no es necesario el director Lanchipa o en sí mismo el cargo de referencia. Esto debe ser explicado para evitar especulaciones, que en el asunto de la reintegración marítima boliviana, no se pueden permitir bajo ningún aspecto.

De todos modos es necesario establecer, más allá del alejamiento de Lanchipa Ponce, las bases de la reestructuración de la Dirección de Reivindicación Marítima, o sea respecto a la eliminación del cargo específico e incluso la designación de un secretario general que coordine los trabajos referidos a la demanda marítima boliviana con el delegado presidencial Rodríguez Veltzé.

Diremar fue creada para elaborar la demanda marítima boliviana que se presentó en contra de Chile ante la Corte Internacional de Justicia. Si esta instancia cumplió una labor importante en dicho objetivo, habrá una explicación para el motivo de su reestructuración.

Si bien la política marítima boliviana se lleva adelante, como debe ser, en los niveles e instancias que comprenden la demanda boliviana ante la Corte de Justicia, con la debida prudencia y las reservas del caso, en lo que concierne, a las estructuras administrativas que tienen relación internamente, las decisiones, como se ha dicho, deben ser adoptadas y comunicadas de manera oportuna y transparente a la población boliviana. La confianza en la política marítima que lleva adelante el Gobierno, en la actuación de sus funcionarios y cualquier otro paso que se adopte en adelante para el cumplimiento de los objetivos, es fundamental de parte de la población, que como lo ha demostrado, apoya las acciones del Gobierno nacional y que además está plenamente identificada con los lineamientos generales que han llevado al vecino Chile ante la Corte Internacional de La Haya, en un reclamo que centenariamente no ha brindado ningún resultado en las relaciones bilaterales, a no ser las promesas consabidas.

No hay duda que las expectativas que tiene el pueblo boliviano son enormes respecto a las políticas oficiales que adoptó el Gobierno y en esa misma proporción, las actuaciones de quienes asumen las responsabilidades, deben ser expresadas en todos los actos que tienen referencia con este asunto tan entrañable para el país.