Vistas de página en total

viernes, 27 de junio de 2014

Chile ha desencadenado una campaña mundial tratando de explicar "su problema con Bolivia" en cuanto al reclamo marítimo ante la CIJ. ha impreso folletos en varios idiomas y está desplegando esfuerzos para frenar la iniciativa boliviana.

El presidente Evo Morales pidió este viernes a Chile revelar "cuánto le robó" a Bolivia tras la Guerra del Pacífico, cuando su país cedió toda su costa marítima, días después de que Santiago iniciara una campaña contra los "mitos" bolivianos.
Morales señaló que, a causa de esa guerra a finales del siglo XIX, Bolivia entregó por la fuerza unos 400 km de costa y 120.000 km2 donde se hallan el rico yacimiento cuprífero de Chuquicamata y el salar de Atacama, con reservas de litio.
"Quisiera que mañana o pasado mañana, digan cuánto nos han robado con el asalto a las minas de cobre y otros recursos naturales del territorio que nos han arrebatado", dijo Morales.

"¿Cuánto nos robaron? ¿Con cuánto se benefician?", continuó en un discurso al inaugurar una escuela, en un poblado del centro de Bolivia.
El presidente respondió de esa manera a la campaña internacional que comenzó La Moneda esta semana con su posición sobre el histórico reclamo boliviano por recuperar su cualidad marítima.
Chile distribuyó un folleto en tres idiomas sobre "el acceso al mar de Bolivia" y los "mitos y realidades" sobre el tema.
Según declaró el canciller chileno, Heraldo Muñoz, el folleto destaca tres aspectos: que Bolivia tiene acceso al mar desde 1904 en virtud de un tratado, que ese tratado estableció las fronteras actuales y que Bolivia busca con la actual demanda ante la CIJ desconocer este acuerdo.
Ambos países sostienen una centenaria divergencia y desde este año dirimen un litigio en la Corte Internacional de La Haya, planteado por Bolivia para que se obligue a Santiago a negociar respecto al enclaustramiento boliviano.
El presidente Morales acotó que Chile debe explicar "cuánta deuda económica tiene con Bolivia en 135 años después de invadirnos y quitarnos la salida al mar".
Sobre las explicaciones chilenas de realizar inversiones en sus puertos de Arica e Iquique, por donde fluye el grueso del comercio boliviano, el gobernante también cuestionó los guarismos de su vecino.
"En vez de sumar su inversión (en los puertos chilenos) ¿por qué no suman cuánto nos deben desde 1879 del salar de Atacama y de la mina de cobre de Chuquicamata? Sería importante que ellos revisen los datos económicos", apuntó.
Bolivia y Chile carecen de relaciones diplomáticas desde 1978, cuando esporádicamente establecieron vínculos para discutir una solución.

martes, 17 de junio de 2014

Carlos Mesa ofreció su libro a los medios. primero que nada le entregó a SEEM, en Palacio de Gobierno está destinado a explicar las razones por las que Bolivia demanda a Chile una salida al MAR.

Este lunes por la noche, el expresidente de Bolivia y actual delegado para la socialización de la demanda marítima ante la comunidad internacional, Carlos Mesa presentó “El libro del mar”, mismo que se halla escrito en español e inglés, posee 130 páginas y 54 imágenes ilustrativas en torno a la temática.  



El texto refleja el esfuerzo del Estado boliviano para difundir los motivos y alcances de la demanda presentada por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, asimismo se basa en los reiterados compromisos de gobiernos chilenos por solucionar el conflicto marítimo, el exmandatario durante su alocución destacó la unidad de la población en torno  una demanda “justa y vencedora”.

“Este es un libro es un documento clave porque explica nuestras razones y me permite a mi  acercarme a la comunidad internacional para hacerlas públicas y explicarlas de la manera más consistente posible marcando y subrayando algo fundamental. Creo que podemos sentirnos orgullosos de muchos diplomáticos bolivianos que   trabajaron para sentar esos cimientos que han sido recogidos hoy para reconocer y plantear un futuro con perspectivas. El libro del mar recoge todo eso, pero más que el libro está nuestra convicción, la de 10 millones de bolivianos de que la causa que nos acompaña y que promovemos es una causa justa y es una causa vencedora”, enfatizó.   

En la oportunidad, el presidente Evo Morales Ayma consideró que mientras no haya solución a la demanda marítima boliviana las relaciones con Chile seguirán siendo “maritimizadas”.

El libro del mar fue distribuido a todos los representantes internacionales que asistieron a la Cumbre del G-77 en Santa Cruz el pasado fin de semana. Como uno de los procedimientos siguientes sobre la socialización de la demanda marítima boliviana, Mesa anunció que se prevé para este segundo semestre del año una gira internacional con el fin de explicar el proceso instaurado por Bolivia contra Chile ante la CIJ. (texto de R. Fides. foto arch.)

sábado, 7 de junio de 2014

Los Tiempos incansable en la defensa de la causa marítima, pone los ojos en la OEA y el tema del MAR. el Editor advierte un craso error, que Bolivia (Canciller Choquehuanca) no hubiese observado que la OEA votó por la demanda boliviana en forma unánime e incorporó en la agenda para "toda la vida".

La lección que se puede sacar de esta última experiencia es, por un lado, que la diplomacia chilena está desorientada respecto a la posición boliviana
Una muestra de la crisis por la que está atravesando la Organización de Estados Americanos (OEA) es que su última Asamblea General hubiera pasado desapercibida si no fueran dos acciones que salieron de agenda. Una, la explicación dada por el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia sobre la demanda que el país ha presentado ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la insistencia obsesiva y felizmente infructuosa del Gobierno de Ecuador de querer limitar, cuando no eliminar, a la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH) y, sobre todo, la Relatoría de Libertad de Expresión.
Incluso la intervención de nuestro Canciller (acompañado del Procurador General del Estado) no hubiera tenido mayor repercusión (no hay que olvidar que por segunda vez consecutiva no se pide incluir en la agenda de la Asamblea, como corresponde desde 1979, un informe sobre el tema marítimo), si no hubiera sido la desmesurada reacción del Canciller chileno que, como en muchas otras autoridades de su Gobierno, hizo una sui generis interpretación del informe presentado.
Si se revisa la intervención del canciller Choquehuanca sobre el tema, se verá que se trata de un informe general sobre la demanda presentada ante La Haya y el reiterado pedido de que de una buena vez ambos países atiendan el tema de buena fe. En cambio, la respuesta chilena fue absolutamente desproporcionada, confirmando dos percepciones que también en Chile existen: una, que la Cancillería chilena carece de una política de estado al respecto; la otra, que a su seno han retornado las visiones más reaccionarias de esa sociedad. Incluso el tono utilizado por ese dignatario se asemeja mucho al de Abraham Koening a mediados del siglo pasado.
Por el lado del país, en algún momento las autoridades deberán explicar las razones por las que no se solicitó la inclusión del informe sobre el enclaustramiento marítimo en la agenda de la Asamblea de la OEA. Al parecer, que el país haya presentado la demandada en la CIJ no impide que pueda evaluarse en un evento de esa naturaleza el comportamiento de ambos países al respecto.
En todo caso, la lección que se puede sacar de esta última experiencia es, por un lado, que la diplomacia chilena está desorientada respecto a la posición boliviana y que en vez de buscar respuestas adecuadas a los actuales tiempos y desafíos, ha optado por refugiarse en un discurso agresivo y sin norte. Obviamente, esta actitud implica que en el país debemos estar preparados para nuevos embates de esta naturaleza y que deberemos responder con la seguridad de quien está convencido de tener la justicia de su parte y ratificando, en forma permanente y ante todos los foros, nuestra vocación pacifista.
Por otro lado, exige que el Gobierno mantenga, salvo peligrosas excepciones que deberán evitar, su predisposición a tratar el tema al margen de la política contingente y en un marco en el que primen la prudencia, la coordinación y la planificación en cada acción que se desarrolle. Asimismo, mantener la decisión de dar absoluta prioridad en materia de política exterior a nuestra acción ante La Haya.

lunes, 2 de junio de 2014

se ha instalado el debate también en Chile. muchos son abiertamente opuestos a la salida soberana mientras que otros, van aceptando que habría que profundizar en el anhelo boliviano. Los Tiempos aboga por encontrar entrambos una vez abierto el debate.

Las circunstancias nos han colocado en un momento en que un acuerdo entre ambos países adquiere nuevas proyecciones
Sin mayores precedentes en la larga historia de las negociaciones para concretar nuestra demanda de recuperar una salida soberana al mar por el océano Pacífico, se ha desatado un intenso debate en Chile sobre cómo responder a la demanda que ha presentado Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Hasta ahora y pese a justificadas esperanzas que con el arribo de un nuevo Gobierno al vecino país se podría producir un cambio de sensibilidad sobre el tema, incomprensiblemente las nuevas autoridades, incluso olvidando posiciones sostenidas antes de llegar al poder, van recuperando lo más tradicional y prepotente de su posición. Frases como que Chile no variará nunca su posición o que es un mito que Bolivia no tenga acceso al mar, así no sea soberano, dan cuenta de una tozudez que se la podría, más bien, dirigir a buscar soluciones que beneficiarían a ambos países.
Sin embargo, al mismo tiempo que se mantienen esas posiciones también han surgido otras que muestran que en Chile hay sectores predispuestos a tratar el tema boliviano con responsabilidad y visión de futuro. Se trata, evidentemente, de sectores que se han dado cuenta de que a estas alturas de nuestras historias particulares y comunes, mantener posturas que no se avengan a establecer sólidas alianzas para enfrentar un planeta cada vez más complejo, es un abierto despropósito que a lo único que nos conducirá será a que ambos países perdamos valiosas oportunidades de integración, desarrollo y bienestar de nuestros pueblos, responsabilidad que, como ahora respecto del pasado, la nuevas generaciones nos lo demandarán con dureza.
En esta perspectiva es indudable que a lo largo de esta historia de frustradas negociaciones el país, por necesidad, ha sido el que más iniciativas ha tenido que proponer para satisfacer equitativamente nuestra demanda. Y la última no sólo que es una comprobación de que más allá de cualquier posición ideológica, mientras el país no tenga una salida soberana al Pacífico, todo boliviano la exigirá, sino que abre una nueva oportunidad de que a través del diálogo creativo se pueda encontrar una fórmula que permita superar este desencuentro.
Desde el país habrá que insistir en que no se trata, como lamentablemente se quiere ver en Chile, sólo de la búsqueda de la satisfacción de una demanda, por más justa que ésta sea. Las circunstancias nos han colocado en un momento en que un acuerdo entre ambos países adquiere nuevas proyecciones y poner obstáculos a concretarlo no sólo que les afecta a ambos, sino a nuevas formas de encuentro entre pueblos.
Obviamente no es fácil encarar un desafío de esta naturaleza. Los últimos acontecimientos dan cuenta de que más allá de la retórica de cambio, las primeras reacciones ante propuestas novedosas suelen ser las tradicionales. Si bien en el ámbito oficial es esto lo que se ha presentado en Chile, que el debate sobre el tema se haya instalado en ese país –que no tiene precedentes– demuestra que el mundo se mueve.