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martes, 18 de abril de 2017

Roger se refiere a la tradicional, rígida y en cierto modo agresiva política de Chile con relación a Bolivia, al MAR a nuestra reivindicación y los últimos eventos sobre el tema.


El mar y la fuerza

Es difícil ignorar que la política exterior boliviana respecto a Chile ha dado un vuelco sustancial, descolocando  un aparato diplomático muy dueño de sí mismo y tan acostumbrado a mantener la iniciativa, cuanto a preservar arrinconados a sus oponentes. Esa tónica, impuesta desde la guerra de 1879 se mantuvo hasta la presentación de la demanda boliviana en la Corte de la Haya, acto que ha desbaratado la compostura y la flema del vecino gobierno.

La actual incomodidad del mundo político y, en parte periodístico, académico e intelectual de Chile, nace de que estos sectores, acostumbrado a la resignación, quebrada esporádicamente por paroxísticos ataques de voluntarismo, que han caracterizado la política marítima boliviana, no alcanzan ahora a asimilar cómo ha sido posible que un nuevo enfoque ponga en cuestión una relación de fuerzas que parecía establecida para permanecer.

El error inicial de subestimar la demanda boliviana ha ido más allá de generar un giro en el espacio diplomático, porque el titubeo y los ajustes sobre la marcha de la respuesta chilena han llegado a comprometer la imagen que ese país se esfuerza en proyectar y mantener, como el Estado presuntamente más modernista e institucionalista del Cono Sur, al mostrarlo como una potencia local malhumorada, mezquina y altamente propensa a asumir un papel amenazante.

El más aventajado alumno neoliberal de la región y el interlocutor privilegiado con las potencias del norte no encuentra una manera apropiada de manejar la interpelación boliviana, por lo que se precipita en gestos violentos, como la periódica captura de funcionarios bolivianos, el entorpecimiento de nuestro comercio internacional o los ademanes y declaraciones que buscan subrayar la insondable ventaja militar que ostenta frente a todos sus vecinos.

La rigidez de su esquema de respuesta preserva al canciller Muñoz como conductor central de una estrategia, pobremente concebida y ejecutada, que los sigue enredando al desnudar la incapacidad de las fuerzas democráticas chilenas para zafarse y superar el encuadre geopolítico heredado del militarismo y las dictaduras.
La perplejidad de nuestros vecinos ha permitido que los dos aciertos clave de la demanda boliviana, consistentes en que el gobierno tuvo la capacidad de rescatar y apropiarse de una fórmula, no nacida de su personal ni inventiva propia, primero, y, luego, construir un círculo amplio de alianzas interno, que todavía funciona, pese a la acumulación de tropezones e incongruencias que nuestras autoridades están sembrando en su propio camino.

La combinación de un discurso pacifista, legalista e integracionista, con disparos de saetas verbales, irritan y descontrolan a los gobernantes chilenos, sacándolos de quicio y predisponiéndolos a montar escenas donde queda de manifiesto su histórico desprecio hacia sus vecinos y a las convenciones que limiten su arbitrio, y prepotencia.

Sin embargo, hemos llegado a un punto en que el intento del Gobierno boliviano por hacerse dueño exclusivo de una causa común, empleándola como parte de los recursos para asegurar su permanencia en el poder, así como el ascendente tono patriotero y bravucón de sus voceros, aplacan  los avances conseguidos hasta ahora y nublan sus horizontes.

El abuso del tono agresivo y provocador socavan la confianza aún de los más entusiastas, porque es inocultable que, inclusive en el caso de ganar la demanda en la Corte Internacional, las incongruencias gubernamentales minan la posibilidad de que una negociación forzada y erizada de reproches, y resentimientos pueda culminar en resultados satisfactorios.

La fagocitación de la nueva política marítima por parte de la estrategia de reelección continua, los ataques represivos internos contra opositores, críticos y disidentes, el desmantelamiento de cualquier núcleo cuestionador aminora la eficacia y credibilidad de nuestra demanda, cuestiona la sinceridad y coherencia de sus voceros porque deja al descubierto la inconsistencia que existe en impugnar el abuso de la fuerza, mientras que internamente se recurre cada vez más a ella para subyugar a la crítica y la discrepancia.

El autor es investigador y director del Instituto Alternativo.

jueves, 6 de abril de 2017

acertada Karen cuando nos recuerda la victoria de Bolivia en la OEA cuando obtuvo apoyo total a nuestra causa marítima. Walter Guevara a quién entrevisté después "el éxito se dió a mi esfuerzo personal y al de Gustavo Fernández mi diligente Canciller". claro Chile salió del reciento y no votó. ese consenso Karen ayudó en grande a la Reivindicación no lo olvidemos dándole hoy una patada en el traste Pary a la OEA, típico de un malagradecido.


El enemigo impensado


Karen Arauz


El 1979 Bolivia conoció brevemente, muy brevemente, lo que era una victoria diplomática importante. El 31 de Octubre, siendo Presidente Walter Guevara, se efectuó una Sesión General de la OEA en la ciudad de La Paz de donde emergió la “Declaración de La Paz” que apuntaba que la demanda marítima boliviana, era de “interés hemisférico permanente”. La OEA emitió en esa resolución, el fondo de lo que hoy Bolivia busca en la Corte Internacional de La Haya: “Los estados a los que este problema concierne más inmediatamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana en el océano Pacífico”.

Es obvio que en ese entonces, como hoy a La Haya, Chile le negó a la OEA competencia sobre el tema. Sin embargo, el peso específico de la OEA en ese momento, significó un golpe bajo para la política chilena en lo concerniente al bilateralismo en el diferendo del mar. Bolivia, la noche del 31 de Octubre de 1979, salió a festejar a las calles un logro que resaltaba orgullo popular. El amanecer de esa histórica noche, golpe de Estado mediante, se tiño de sangre y de vergüenza. Las múltiples consideraciones muy bien documentadas en el libro de Ricardo Sanjinés “Democracia bajo fuego” no deja espacios a la duda.

El golpe de Todos Santos liderado por Natush Busch y algunos célebres aliados de la época, le propinó a Bolivia una paliza de la que nunca se recuperó. La declaración de la OEA, no pretendía el peso de cosa juzgada de estricto cumplimiento. Pero el valor moral que significó para el país esa célebre Asamblea, nos hubiera permitido todos estos años, involucrar el interés de la región de lo que siempre debió ser: un tema de ineludible importancia regional. Desde entonces, nos ha costado sudor y lágrimas, despertar el interés y la conciencia en vecinos, potenciales aliados para nuestra reivindicación con calidad marítima.
En la última década, se ha desperdiciado lo llamativo e interesante que pudo haber sido el que un “indígena” sea elegido Presidente del país. El halo de admiración, reivindicación, inclusión y equidad, se fue desdibujando a medida que pasaba el tiempo en virtud a que Evo Morales se dejó seducir por socialistas impostores, que dio fin con la novela heroica del Presidente surgido de las bases postergadas de la sociedad. Fue rápida la transformación. Los indígenas nunca encontraron el lugar que supuestamente ocuparían. El ego y los delirios de una grandeza sin par, hicieron perder no solo el rumbo, sino lo genuino que pudo haber aportado a la historia de este país. Las ideas de otras latitudes importadas, sumado a un “purismo” totalmente cuestionable, a raíz de que se pergeñó un nuevo Estado que fue utilizado para desechar todo lo anterior, desconociendo lo positivo sin reparar que Bolivia no nació desde la toma del poder por el MAS y sus movimientos sociales.

Los ingentes recursos que como nunca antes en la historia del país ingresaron a las arcas públicas, fue un elemento distorsivo más. Se creó una ilusión óptica donde el descontrol, la falta de planificación, la nula previsión y la irrealidad que eventualmente – tarde o temprano-, nos volverían a poner los pies en la tierra, hizo de todo una deformación permanente. Lo que se ha hecho en términos de administración del Estado, no tomó en cuenta, que todo cambia, gira y se transforma. Si los chinos crecieron en algún momento al 12% y su voracidad por materias primas parecía un sueño inacabable hecho realidad, se debió prever que cuando llegara la ineludible declinación, sería en desmedro del país gracias a la irreflexiva conducción. Y ahí se quedaron, codiciando la propiedad del queque y su hoyo solo porque existe el MAS y Evo Morales y todos ellos creen tener el monopolio de la verdad absoluta.
Lo penoso es que en el desconocimiento y rechazo de todo que consideraban odiosamente ajeno, se prescindió de valores inobjetables en esta aldea global que es el mundo hoy. Y hay conocimientos que son parte de lo imprescindible. El arte de conversar, negociar, concertar, encontrar puntos coincidentes con amplios conocimientos de historia, vale decir diplomacia, es imprescindible para la interrelación pacífica entre países. Hay excesos de una lealtad tan mal entendida, que va más allá de todo límite aceptable.

Andrés Pary, -como en su momento Natush Busch-, interpuso intereses personales u obsecuencia vergonzante por encima de todo lo demás. Lo malo es que su accionar es sobre todo, carente de inteligencia considerando que el país ha puesto todas sus fichas ante el escrutinio de la mirada internacional, y no es granjeándose enemistades que se logran resultados. Defender lo indefendible como el gobierno de Maduro es irracional, pero además, lo que acaba de acontecer en el seno de la OEA, ha horadado profundamente la coherencia esencial de lo único que nos ha venido dando ciertos fundamentos como Nación. Pareciera que en este punto, se han granjeado con vigor aquello de que hay pecados que no admiten ni perdón, ni olvido.

domingo, 2 de abril de 2017

no es nada grato, para ningún boliviano leer las declaraciones del Canciller chileno, aunque tenemos que reconocer que tiene razón cuando afirma que "la muy frecuencia utilización del mismo lenguaje de Evo hacia Chile" ha sufrido un desgaste. y que nadie presta ya atención a esa conducta.


Canciller chileno dice que sospechaba provocación de Bolivia

El canciller chileno, Heraldo Muñoz (Foto: Agencia Uno)
Miguel Ángel Melendres

El canciller chileno, Heraldo Muñoz dijo que sospechaba que Bolivia provocaría a Chile antes de la presentación de la contramemoria por la demanda marítima en La Haya y asegura que el discurso de hostilidad contra Chile se ha desgastado.

“No es primera vez que se han perpetrado acciones semejantes por parte de militares y civiles bolivianos. Se arrastran desde hace años en fechas que el gobierno boliviano considera claves. Ya habíamos advertido por notas que no toleraríamos nuevos incidentes. Y sospechábamos que el gobierno de Morales pretendería acciones de provocación alrededor del 21 de marzo, fecha de presentación de la réplica boliviana a la contramemoria chilena por el caso de la demanda marítima, y por la fecha del denominado Día del Mar, el 23 de marzo”, respondió la autoridad, durante la entrevista que concedió al diario chileno La Tercera, cuando le preguntaron si se sorprendió por la reacción que tuvieron las autoridades bolivianas por los ciudadanos que fueron detenidos el 19 de marzo.

Añadió en ese sentido, que el discurso de hostilidad hacia Chile “se ha desgastado y ha saturado la prensa internacional”, por lo cual, aseguró que ya no le prestaba demasiada atención.

“Las acciones bolivianas tienen como destinatario mediático a su propio público interno”, recalcó, a su llegada a su país, luego de una gira que realizó acompañando a su presidenta, Michelle Bachelet.