Suponemos que el presidente del Estado Plurinacional se habrá dado cuenta de cuál es la posición del nuevo Gobierno chileno presidido por la señora Michelle Bachelet, en lo que se refiere a la solución del enclaustramiento marítimo boliviano. Nos tememos que la mandataria del país vecino no tiene las mismas ideas ni la voluntad respecto de Bolivia que las de hace cuatro, cinco o seis años atrás. Eso es algo que aparentemente no estaba previsto y que se debe tomar en cuenta.
El presidente Evo Morales fue muy bien recibido en su viaje a la transmisión del mando en Santiago. Recibió aplausos, hubo expresiones de solidaridad con la causa marítima, pedidos de una salida al mar para Bolivia “con soberanía” y un trato cortés, pero distante de sus anfitriones oficiales. No obstante, el Gobierno nacional estima –lo han dicho el presidente y el canciller David Choquehuanca– que con Chile se podrá volver a negociar la agenda de los 13 puntos y simultáneamente mantener la demanda ante La Haya.
Insiste el presidente Morales que la “diplomacia de los pueblos” jugará un papel muy importante en los próximos meses, lo que no ha hecho en años.
Sin embargo, tanto la presidenta de Chile como su canciller han sido muy claros en afirmar que están dispuestos a volver al diálogo de la agenda, pero para tratar 12 puntos, excluyendo expresamente el asunto marítimo que deberá decidirse en el fallo que en su momento anunciará la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Eso significa, en suma, que Chile no negociará con Bolivia nada que tenga que ver con la reivindicación portuaria si la demanda jurídica boliviana persiste.
Además, Bachelet ha optado por la nueva posición chilena de afirmar que jamás se le ofrecerá a nuestro país una salida al Pacífico con soberanía. Chile afirma que tiene una política de Estado en sus relaciones internacionales, pero lo cierto es que falta a la verdad, porque con Bolivia negoció más de una vez una salida soberana al mar. Si a esto se agrega la cándida idea de que Chile proponga un arreglo satisfactorio al reclamo, el embrollo será muy grande porque lo más que propondrá será una mejora del libre tránsito.
En todo caso, si se llegara a una nueva negociación bilateral, que parece lejana, debería ser Bolivia quien haga una propuesta razonable, precisa, como se hizo en Charaña hace ya casi cuatro décadas, cuando Chile sí aceptó, por escrito, lo que niega hoy: otorgar a la nación una salida soberana al norte de la ciudad de Arica.
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero
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