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viernes, 29 de junio de 2012

Chile pretende tapar el sol con un dedo, negar la verdad histórica, que desató una guerra injusta para apoderarse de 400 kilómetros de la costa con que Bolivia nació el 1825 (J.Liendo)

Existe en la historia boliviana un gran error que todos los historiadores nacionales y extranjeros han cometido y cometen al propalar una falsedad que únicamente beneficia al usurpador araucano que se vanagloria al pregonar en su historia que Chile ha ganado una guerra derrotando a Bolivia y reconquistando el “despoblado de Atacama”. 

En el asalto chileno de 1879 al Litoral boliviano y en particular al puerto marítimo de Antofagasta y apoderarse en absoluto del total de la costa boliviana no hubo ninguna guerra, ya que el Ejército boliviano no puso ninguna resistencia bélica por la sencilla razón de que en ese momento histórico, no tenía ni siquiera una “escuadra” de soldados en el Litoral y la única acción defensiva boliviana la realizó el ciudadano nacional Don Eduardo Abaroa en el puente del Topater donde ofrendó su vida junto a un grupo de ciudadanos bolivianos mártires del asalto chileno de diez contra uno el 23 de marzo de 1879. 

Simultáneamente el Ejército chileno apoyado con su Armada procedió a ocupar todo el Litoral boliviano, sin disparar un solo tiro, hasta llegar a la frontera peruana; por lo tanto, la real verdad es que el asalto chileno fue un verdadero despojo con premeditación y alevosía digno de sancionar como un flagrante delito con todos los agravantes que la Ley Internacional reconoce y condena; por ello es de necesidad impostergable que sin demoras ni dudas de complejos de inferioridad el Estado boliviano en nombre de su encadenado pueblo y de la nación boliviana, prepare con diligencia intelectual y patriótica una demanda contra Chile ante la Corte Internacional de la Haya, en la cual se demuestre sin lugar a dudas de que Chile despojó a la República de Bolivia del total de sus costas marítimas y de su territorio comprendido en el departamento del Litoral mediante un acto de piratería contra un pueblo desguarnecido, pacífico en plena lucha contra una hambruna que se desató tras varios años de sequía. Y demostrar históricamente, con documentos valederos la propiedad boliviana del desierto de Atacama, desde el incanato, la colonia y la República, para desvirtuar la mentira histórica chilena de que el “despoblado de Atacama” fue chileno y que el asalto araucano al Litoral boliviano fue para reconquistar para Chile la usurpación boliviana del Atacama y que por ello hubo la “Guerra del Pacífico”, guerra que jamás existió y que mas bien fue una usurpación chilena con una acción de piratería en masiva invasión a un país pacífico y desarmado.

Para la confección de la demanda, se debe conformar un excelente equipo de historiadores, de geógrafos, de geopolíticos, de abogados internacionalistas y de diplomáticos experimentados, pues de otra manera, como se ha formado priorizando la condición de partidarios del partido oficial; no se elucubrará jamás una verdadera demanda exitosa a pesar de que Bolivia tiene toda la razón. Y como se dijo oficialmente: “Es una cosa muy difícil y tardará unos cuatro años”, parece que el complejo de inferioridad frente a Chile aún pesa sobre gran parte de los bolivianos, por ello nos permitimos llamar a la conciencia nacional de que no debemos jamás dejarnos llevar por la propaganda subliminal que Chile ejerce hábilmente para hacernos sentir como inferiores en todo sentido al comparar las virtudes y los defectos entre los habitantes de ambas naciones y, por ello, debemos todos los bolivianos estar seguros que a pesar de la desventaja de estar encerrados por Los Andes por culpa de la usurpación chilena, somos un pueblo valiente que tarde o temprano llegaremos a liberar nuestras costas marítimas, hoy cautivas.

viernes, 22 de junio de 2012

Estremadoiro se refiere a los dos frentes abiertos por SEEM (claro que nunca lo nombra con nombre y apellido) y al entrampado problema con Chile cuando destaca el rol de Brasil colosal


Dicen que un grave error en la Segunda Guerra Mundial, fue dejar a un Hitler ensimismado en su narcisista ego de “Führer”, abrir el segundo frente y perder sus ejércitos en las heladas estepas rusas. Algo similar pasa en Bolivia. Nuestro amado líder y gran timonel tiene al país en conflicto de dos frentes. Menos mal que ya no estamos en el siglo de las guerras, porque de darse en esa época, ya estarían moteados de tanques de la máquina de guerra chilena los lagos multicolores de Sud Lípez, los manantiales de Silala, el salar de Uyuni, y la mina San Cristóbal; tal vez ya tendríamos soldados brasileños en Cobija, San Antonio, San Alberto y Santa Cruz.
Tal divagué al enterarme de la carta de protesta de la Cancillería chilena al cónsul general en aquel país, por la declaración del Presidente boliviano dando por muerto el Tratado de 1904. En otro tiempo no valdrían los tapujos de los próximos días de la “evada” presidencial, de que el certificado de defunción fue a título personal. Nada. Algún Koning chileno, que los hay en Santiago, argüiría que las cosas entre los dos países retrotraían el Pacto de Tregua de 1884. Como en 1929 Chile puso el candado y Perú guardó la llave a la sensatez de acabar el conflicto dando a Bolivia conexión soberana al mar, otra vez apretarían el dogal del acceso al transporte marítimo, el libre tránsito quedaría en nada y ¡a pagar tasas chilenas por el comercio por puertos que fueran bolivianos y peruanos!
Es uno de los frentes que acarrea la intemperancia presidencial. Como no estamos en pasados guerreros, lo triste es que después de tanto arrumaco de “besos, ternura, qué derroche de amor, cuánta locura”, en la voz de Evo Morales, no de Ana Belén, el calor que se logró en el estadio de Santiago por el acceso de Bolivia al mar, se haya trastocado a la oposición de ese pueblo a cualquier arreglo con nuestro país.
El otro frente involucra la frontera más extensa, tanto para una como para otro, del Brasil. Alguna vez propuse que para llegar al mar, habría que declarar la guerra al gigante brasileño, que nos empujaría al Pacífico en dos quínolas. En vena más seria, dada la necesidad de llegar a mercados asiáticos atravesando la cintura del subcontinente por Bolivia, apegarse a Brasil lograría romper la tradicional alianza de Itamaratí y La Moneda. Tener una palanca para convencer a Chile de ceder una docena de kilómetros de sus miles de costa y terminar fricciones de una guerra de conquista del siglo XIX.
En vez de ello, tuvimos un Evo afecto a los histrionismos mediáticos al estilo Mussolini, que ocupó con soldados instalaciones petroleras brasileñas en nombre de una nacionalización que no es tal. Se inició un declive que ha llevado al país de potencial nodo energético del sur sudamericano, a paria que no tiene producción y reservas bastantes para su consumo interno, dependiendo cada vez más de importar diesel y gasolina. Que no produce suficiente gas ni para suplir la demanda de Cuiabá, salir de exportador de tierra ferrosa en el Mutún, y acabar con periódicas colas de garrafas de gas y airadas cocineras en las ciudades.
Un Evo cuyos caprichos han hecho potencia petrolera de Brasil, al encontrar reservas en su mar territorial; que Argentina soslaye el gasoducto del norte hacia Bolivia y perfore en su tierra sureña para satisfacer su demanda y los contratos con Chile; que Perú explote sus reservas, menores que las nuestras, pero que nutren a la demanda de la Gran Lima, exportar gas con su exitosa versión del aborto boliviano del Pacific LNG, y ofrecer gas al enemigo de 1879. Hoy todos pueden importar gas líquido de donde sea, y que Bolivia quede con su gas retumbando en sus entrañas.
No creo que haya sido cierto que Brasil movilizara 35.000 soldados al solo desalojo de brasileños en territorio boliviano. No llevará la sangre al río la ignorancia de Choquehuanca del derecho internacional en relación al asilo y al concomitante salvoconducto, coreado por lambiscones congresales oficialistas que niegan tal recurso. Sin embargo, es Presidenta del vecino país una exministra de Energía afrentada por la porfía andina. Se ha iniciado una política que significa para Bolivia resbalar de ahijada privilegiada a ruidoso moscardón que se manotea. La producción del sur brasileño llegará al Asia por el corredor del norte argentino al megapuerto de Mejillones; la soya de Rondonia lo hará por la carretera a Perú que hace el quite a Bolivia, antes que un barco nuestro atraque en el puerto de Ilo.
El expresidente Jaime Paz Zamora puntualiza la enorme necesidad brasileña de llegar a mercados asiáticos por la cintura boliviana. Puede que las centenas de días de bloqueos de carreteras y la demagogia del Gobierno actual, hayan enfriado el entusiasmo de los corredores bioceánicos por Bolivia, pero el tonelaje potencial de carga es tal, que duplica la capacidad de puertos chilenos y peruanos. Inexorable es la presencia portuaria boliviana en el Pacífico, tanto para suplementar la demanda brasileña, cuanto para atender la necesidad cada vez mayor de una Bolivia superada, que algún día saldrá del necio pasito tuntún: uno adelante y dos atrás.
La pena es que el país habrá perdido otra década más, en una carrera contra el tiempo donde ya estaba rezagado. Por eso ya no quiero llamar “evadas” a los desaciertos verbales del Presidente. Quizá el que las profiere piensa que más bien entrará al hall de la fama en la posteridad. Tal vez estamos haciendo un favor cómplice al celebrarlas, así sea lamentándolas.
El autor es antropólogo
winstonest@yahoo.com.mx

jueves, 21 de junio de 2012

Juan José Toro de la redacción de Los Tiempos presenta a dos personajes del espectro latinoamericano para explicar "la imbecilidad del Canciller Moreno" sobre la reivindicación boliviana


Sheldon Lee Cooper es un físico teórico nacido al este de Texas, en los actuales Estados Unidos. Trabaja en el California Institute of Technology, tiene un coeficiente intelectual de 187 y memoria eidética; es decir, con capacidad de recordar cosas oídas y vistas con un nivel de detalle casi perfecto. Es un ególatra insoportable, porque sabe que es un genio, y desprecia las ciencias sociales. Para él, la Historia no es una ciencia ni tampoco otras disciplinas del saber humano como la Geología.
Andrés Oppenheimer es un periodista nacido en Buenos Aires, Argentina. Como muchos periodistas, originalmente estudió otra carrera, Derecho, aunque obtuvo una maestría en Periodismo en la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Es editor para América Latina de The Miami Herald y ganador de varios premios internacionales de periodismo, incluidos el Ortega y Gasset del diario El País de España y el Pulitzer, que lo obtuvo compartido en 1987.
Entre Sheldon Cooper y Andrés Oppenheimer existen dos similitudes: ambos son genios en sus respectivas áreas de trabajo y desprestigian a la Historia como ciencia. Pero mientras Cooper es un personaje ficticio que sólo existe en la serie televisiva “The Big Bang theory”, Oppenheimer es un periodista cuya opinión pesa en todo el continente.
Autor de libros como “Crónicas de héroes y bandidos” y “Cuentos chinos”, el Forbes Media Guide lo calificó como uno de los 500 periodistas más importantes para Estados Unidos, mientras que la revista Poder lo incluyó en la lista de las 100 figuras más poderosas de América Latina.
Sheldon hace reír y Andrés mueve tapetes. Por ello, lo que publicó en su último libro, “¡Basta de historias!”, causó comezón en todo el continente.
Desde su subtítulo, “La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro”, Oppenheimer cuestiona a la Historia.
“Mientras los comunistas chinos estaban cambiando sus libros de texto para enfatizar valores como la competitividad y la innovación —dice—, en Venezuela el presidente Hugo Chávez estaba aprobando una ley para introducir la ‘Educación Bolivariana’, que cambiaría todos los libros de texto para resaltar las ideas del héroe de la independencia venezolana”.
Sí. Es malo detenerse en el pasado y no proyectarse al futuro pero Oppenheimer no dice en su tan bien respaldado libro que la historia en la que los latinoamericanos están tan embobados no es más que la narración de hechos descritos a la conveniencia de los poderosos de turno y, en virtud a ello, se ha tergiversado a lo largo de los años.
El ejemplo más elocuente es, precisamente, Hugo Chávez. Él ha convertido al héroe de la independencia venezolana, Simón Bolívar, en el ícono central de su “revolución bolivariana”, de su “socialismo del siglo XXI” sin tomar en cuenta que el Libertador fue una de las figuras más conservadoras del Siglo XIX. Su ideología era más bien monárquica y la reflejó en la Constitución que escribió para Bolivia a la que introdujo la figura de la presidencia vitalicia. Es más, el mismísimo Carlos Marx lo desnudó en ese sentido en el artículo “Bolívar y Ponte” que escribió para el New American Cyclopedia.
Lo que pasa es que los políticos instrumentalizan la Historia y la usan como mejor les conviene. Convierten la Historia, con mayúscula, en historias o cuentos chinos. Así, y sólo así, se explica que políticos tan cultos como el canciller chileno Alfredo Moreno desciendan a los niveles más bajos de la imbecilidad al decir que Bolivia pretende que Chile le regale un pedazo de su territorio, ignorando 133 años de una Historia que sigue siendo una herida abierta en el centro de nuestro continente.
El autor es periodista
www.columnistas.net

jueves, 14 de junio de 2012

rescata nuestro editor la iniciativa de Juan Pereira Fiorilo que propuso trasladar de la OEA a la ONU el tratamiento de una salida al Mar para Bolivia




El tratado del 1904 no está muerto

Mauricio Aira

Lamento contradecir al Jefe de Estado más en materia de historia y de Derecho Internacional no se pueden cambiar los hechos con una expresión “alegre y traída por los pelos”, que pasaría desapercibida de no haber sido pronunciada nada menos que por el Presidente del Estado,, en un momento de confrontación ideológica inquietante con nuestro vecino.
Abraham Koening plenipotenciario que fuera en Bolivia 1901 pronunció en forma brutal los argumentos que dieron base al mal llamado “Tratado de Paz y Amistad” que por desgracia nuestros mandantes fueron ratificando uno tras otro hasta estos días “nuestros derechos nacen de la victoria, ley suprema de las naciones” para nada oyó las réplicas bolivianas “que el Litoral es rico y que vale muchos millones ya lo sabíamos. Lo guardamos porque vale, que si nada valiera, no habría interés en su conservación”.
Desde la agresión del 14 de febrero de 1879 han transcurrido 133 años y Chile se aferra “uñas y todo” al famoso tratado suscrito 25 años después bajo una permanente presión porque con él obtuvo plata, cobre, boro, molibdeno, azufre, litio, caliza, cuarzo, puzolana, etc., que son todavía la fuente de un 70% de las exportaciones con cuyo producto fortalece a sus FFAA muy por encima de las grandes naciones de América Latina como Brasil o Argentina, para desanimar cualquier intento de recuperar por las armas, lo que por las armas obtuvo a partir del asalto al puerto de Antofagasta.
Por desgracia para todos los que amamos a nuestra Patria el tratado no está muerto. Es “el instrumento legal” con que Chile sometió a Bolivia y es una de las causas para la pobreza que ha convertido a nuestro país en el penúltimo del continente. Cuando se obtuvo el total respaldo para situar el problema de la salida al mar en un plano continental (OEA: 1979) no hubo consecuencia de nuestra Cancillería en exigir unas negociaciones que condujeran a la solución esperada a partir siempre del malhadado documento que “no está muerto” más al contrario es “la espada de Damocles” con que Chile defiende su “sinrazón”. Cuánta razón tuvo Juan Pereira Fiorilo al proponer que la OEA por su ineficacia debió trasladar el asunto al seno de las Naciones Unidas.
Si mantener la paz y la seguridad es el primer propósito de la ONU tomando medidas eficaces para eliminar amenazas a la paz y seguridad suprimiendo todo intento de agresión sino que esgrimiendo la justicia y el derecho, entonces debe ser este organismo que lleve al ajuste, al arreglo pacífico del entuerto entre Bolivia y Chile. La única forma “de matar al tratado del 904” es por esta vía, conformando una comisión de juristas ajenos al Continente, al margen del Consejo de Seguridad pudiera recomendar las soluciones a la Asamblea.
Bolivia no reclama obtener de retorno toda su extensa costa de 400 kilómetros como en justicia le correspondería, sino un acceso a un puerto de aguas marinas profundas en compensación por el enorme daño económico causado a la Patria desde la toma de la costa por sus ejércitos.
Varios de nuestros historiadores han demostrado con cifras contundentes que la economía chilena crece y se desarrolla a partir de la riqueza que capturó a Bolivia por lo que está en deuda económica si se aplicase las cláusulas del daño emergente y lucro cesante en Antofagasta, Calama, Cobija, Mejillones, Tocopilla y otras poblaciones que forman parte del departamento de Antofagasta. Potenciar la relación con Brasil mostrándole que podría beneficiarse de los acuerdos que Bolivia suscribió con Perú para facilitarle transporte de y por Ilo. Robustecer la relación con Argentina. Desalentar el tránsito por Arica e Iquique y priorizar Matarani e Ilo para mostrar a sus pobladores que la relación justa con Bolivia es vital para su economía.
Finalmente correspondería pedirle a la OEA que borre el tema de su agenda y lo traslade a la ONU, antes de cacarear sobre la muerte de un acuerdo que está por desgracia “vivito y coleando”.

miércoles, 13 de junio de 2012

Walto Torres desde OPINION hace ver que no tiene sentido seguir negociando con Chile para obtener salida sin soberanía. Ofrece el autor un atisbo de esperanza

¿La resolución de la OEA, es un fracaso de la estrategia boliviana? ¿O es un fracaso por la inexistencia de estrategia? La frustración acarrea dos nocivas consecuencias: primero, al declararlo asunto bilateral, la cuestión marítima boliviana deja de ser un “tema de interés hemisférico”, y segundo, tratarlo ya no es de competencia de la OEA, por ser un organismo multilateral. 

Si el único corredor posible con soberanía, es a través de la actual frontera entre Chile y Perú, pretender trilaterizar la solución, es una pérdida de tiempo. Perú, al sostener la bilateralidad del problema, rechaza una opción de trilateralidad, a pesar de que le concierne directamente. Presionar a Chile a que unilateralmente desconozca el Tratado de 1929 desafía al Perú a que vuelva a empantanar las perspectivas de una solución, pues Perú nos cedió el “despreciado” puerto de Ilo, y ahí termina su solidaridad. Aun si el Perú aceptara el corredor al mar a través de territorios que le pertenecieron, podría motivar el pedido de una compensación a Bolivia, y significara la revisión del Tratado de 1929, lo que Chile y Perú rechazan. Quedan dos rutas. La primera: El sentimentalismo reivindicativo de los bolivianos no debe reemplazar al raciocinio. Si queremos ser efectivos, tenemos que dejar de lado el agravio y ser más creativos para salir del circulo vicioso. Aun si se hubiera ratificado la resolución del 79, la “recomendación” a continuar con el diálogo “bilateral” no obliga a Chile negociar una salida si no quiere, sabe que las resoluciones de la OEA no son vinculantes y que es más fuerte que Bolivia en todos los órdenes. 

No obstante, la negociación directa con Chile sigue siendo factible para obtener una salida “sin soberanía”, la que no es apta ni aceptable para Bolivia, entonces ¿tiene algún sentido continuar la negociación para obtener algo que ya tenemos en IIo, y sin compensaciones? Un referéndum puede definir esta disyuntiva. Segundo: Como Chile no revisará el Tratado de 1904, Bolivia puede recurrir a la Corte Internacional de Justicia en aplicación de los artículos 31, 34 y 35 del Pacto de Bogotá. Y aun si la CIJ se declarara incompetente, Bolivia puede recurrir a la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya invocando el cumplimiento del Protocolo de 1907. Este protocolo, permite la “reinterpretación y la ejecución” del Tratado de Paz, lo que implícitamente significa su revisión, y obliga a Chile a aceptar la jurisdicción de la Corte de Arbitraje. El Tratado de 1904 solo cede “dominio absoluto y perpetuo” desde el paralelo 23 hasta la desembocadura del río Loa en el paralelo 21.34. El actual “dominio y posesión” de Chile del paralelo 23 al 24, el que comprende territorio, mar y 6 islas e islotes, es ilegal, arbitrario e injusto, y significa una ocupación forzosa que es necesario “reinterpretarla y reaplicarla”.

lunes, 11 de junio de 2012

Gastón Cornejo puntualiza diplomacia de los pueblos, refundar diplomacia, acercamiento al pueblo chileno, enlugar de odio, abrir espacio sin ensañarse. A42.OEA

El secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, se reunió anticipadamente con Conisur, a cuya cabeza asistieron los ministros Quintana y Romero, portavoces del apoyo oficial del Gobierno a la construcción de la carretera por el TIPNIS. Gumercindo Pradel, dirigente cocalero aseguró que Insulza “se habría mostrado a favor de la consulta sobre la construcción de la carretera en medio del TIPNIS que el Gobierno anunció aplicará del 10 de julio al 20 de agosto de este año”

Luego, la Policía puso trabas a la cita de Cidob y Conamac con el Secretario General, pero logrado el encuentro los dirigentes demostraron su aquiescencia a la carretera por fuera del TIPNIS preservando sus derechos constitucionales. Adolfo Moyé dirigente informó que Insulza se comprometió a hablar con Evo Morales: “Vamos a conversar con el Gobierno para que entienda y de esa forma aclaremos que no están en contra de la carretera y que lo que ustedes quieren es que se construya pero desviando el TIPNIS, me parece excelente su planteamiento”. Denunciada la violenta intervención policial de Chaparina contra la VIII marcha, el Secretario General respondió: “Se pedirá que la Comisión Interamericana de Derechos humanos (CIDH) trate el caso, para que no quede impune, y se pedirá al Gobierno un informe sobre este caso” ¡Historias! Como suponíamos, fue un saludo a la bandera.

Nada valedero a rescatar de la Reunión de Cancilleres. Quizá subrayar que el discurso del presidente Morales fue destacado en términos del devenir de la institución internacional dada su imagen negativa ante la guerra de las Malvinas, el golpe en Honduras, su silenciado aval ante el Plan Cóndor, las bases militares, la violencia social y el narcotráfico, el fracaso de la CIDH, su nulo actuar ante la integración americana. La OEA debe revisar sus objetivos (la paz- el medio ambiente, el desarme, eliminación de transgénicos y biocombustibles-lucha frontal contra la coca cocaína-derechos humanos), democratizar su estructura así como sus atribuciones vinculantes en bien de la comunidad de naciones americanas que la integran. Ningún planteamiento fue tratado efectivamente, ninguno. Nada sobre el TIPNIS ni el medio ambiente en los países involucrados. Insinuaciones sobre los DDHH. Pésimo resultado sobre el tema de la reivindicación marítima. 

Creo que la OEA se aplazó en Cochabamba; aparte del retiro del TIAR, no se marcó ningún hito histórico. La Cancillería brilló por su inexperiencia, deficiencia en el planteamiento e irresponsabilidad en el cabildeo; todo lo avanzado en la primera gestión retrocedió; la diplomacia oficial continúa frustrante. 

El Gobierno agredió y pidió favores, salió perdiendo. Insulza con un rol deslucido. Los cancilleres sin desempeño profundo. Las barras organizadas huérfanas de contenido ante la Pachamama, el TIPNIS, el narcotráfico y la hoja sagrada de los Andes.

Ganó Cochabamba que por primera vez luce limpia y ordenada, con jardines trabajados; uniformados respetuosos. El triunfador fue el pueblo que acogió a los visitantes con generosidad. El único merecedor de aplausos fue el municipio regional en su gestión de organización y promoción turística. 

Ante el problema marítimo: retornar a la diplomacia de los pueblos, refundar la carrera diplomática con profesores de probada experiencia y comulgar ideológicamente con el pueblo de Chile. Frente al traspié sufrido no más barras sino profesionalismo técnico. El Gobierno, en lugar de hacerse odiar, debe abrir espacio a los más aptos sin ensañarse contra ningún estamento social. Mayor democracia y cultura. Ameritar respeto restringiendo la vulgaridad en la expresión oral y vigilar el contexto entre el allín yachay y el allín ruay. (bien saber y bien actuar).

domingo, 10 de junio de 2012

Práctica, pedagógica explicación de Carlos Mesa, de OEA La Paz a OEA Cochabamba. los yerros de Evo y su Choquehuanca.


El resultado de la Asamblea de Cochabamba es que la OEA ha descartado la resolución de 1979 y que Chile, reforzado en la idea de la bilateralidad, ha desechado cualquier discusión sobre el Tratado de 1904
El 23 de marzo de 2010 el presidente Morales dio un giro en la política marítima boliviana. Los argumentos que esgrimió entonces estaban basados en la evidencia de que, tras cuatro años de negociaciones en las que Bolivia había mostrado la mejor y más abierta disposición, Chile no mostró interés alguno en comenzar las negociaciones sobre el tema marítimo, uno de los 13 puntos de la agenda bilateral sin exclusiones que acordaron Morales y Bachelet.
La base de ese giro fue retomar una política de Estado que vuelva a los caminos de la multilateralidad, la trilateralidad y la bilateralidad, como opciones legítimas para poner en consideración de la comunidad internacional nuestro enclaustramiento y su raíz histórica y la evidencia de que sí existe un problema pendiente entre Bolivia y Chile. El pilar de esta argumentación se apoya en que este problema es un obstáculo para la plena integración sudamericana y latinoamericana.
Morales, retomando el precedente histórico de 1920 y 1921, añadió a la estrategia boliviana la de “acudir ante los tribunales internacionales y organismos internacionales demandando en derecho y en justicia una salida libre y soberana al océano Pacífico”. Inmediatamente, creó la Dirección General de Reivindicación Marítima y solicitó a la Asamblea Legislativa Plurinacional la aprobación de todos los tratados y convenios internacionales que permitan a Bolivia lograr el objetivo de presentar la demanda. En abril y mayo de 2010 convocó a expresidentes y excancilleres para explicarnos esta nueva política, y a los expresidentes nos pidió conformar un Consejo Consultivo Permanente, invitación que aceptamos.
Con relación al Consejo Consultivo debo subrayar que nunca fuimos convocados por el Presidente desde el día en que sostuvimos la citada reunión con él en Palacio de Gobierno.
La Asamblea General de la OEA en Cochabamba debió prepararse sobre la base de lograr objetivos inexcusables surgidos de dos vertientes. La primera, la resolución de la OEA de 1979. La segunda, el referido discurso presidencial de 2010. En cuanto a 1979, la resolución aprobada por unanimidad (el delegado chileno se retiró) dice que la cuestión marítima boliviana es un asunto de interés hemisférico permanente y que es necesario encontrar una solución justa y equitativa que proporcione a Bolivia un acceso soberano y útil al océano Pacífico. Esto es: El tema debe tratarse multilateral, bilateral o trilateralmente, el problema existe y la única solución es un acceso soberano y útil al Pacífico. Al ser de interés hemisférico concierne a la OEA. En cuanto a la nueva política del Gobierno, se debió ratificar la decisión de llevar el caso a un tribunal internacional.
El camino escogido por el Presidente y el Canciller en Cochabamba no fue ese. Simultáneamente se reivindicó la multilateralidad y se propuso a Chile la renegociación bilateral del Tratado de 1904. La pregunta que surge es: ¿Es compatible la demanda internacional con la renegociación del Tratado? La conclusión es que Bolivia no presentó una estrategia clara en una sola dirección. Debe además apuntarse que no se tomaron en cuenta las dificultades que este nuevo paso plantea. La renegociación del Tratado tiene que considerar: 1. Que los tratados anteriores a la nueva Constitución en caso de contradecirla se denunciarán o renegociarán en el plazo de cuatro años desde la elección del Órgano Ejecutivo (que se hizo en diciembre de 2009).Queda tiempo hasta diciembre de 2013. 2. Depende de un acuerdo entre partes que no existe, al negar Chile esa posibilidad. 3. Depende de lo dispuesto en el propio Tratado.
Bolivia no llevó adelante una tarea previa a la Asamblea para garantizar un respaldo explícito a sus dos planteamientos, comenzando por el Perú, siguiendo por los países de la ALBA (que no respaldaron de modo categórico la posición boliviana) y terminando por el resto de las naciones del hemisferio. Chile, en cambio, realizó un cumplido trabajo que se reflejó en las participaciones de los cancilleres y delegados.
Diecinueve países se pronunciaron de manera categórica e inequívoca (bajo el liderazgo de Colombia) por afirmar que el problema es estrictamente bilateral, lo que deriva en dos consecuencias: que la cuestión marítima boliviana no es un tema de interés hemisférico y que tratarlo no es competencia de la OEA. Perú, al afirmar la bilateralidad del problema, rechaza una opción de trilateralidad que lo concierne directamente.
A su vez, Chile descartó radicalmente cualquier posibilidad de renegociar el Tratado, dejando ver que la posición boliviana, calificada de “ligera” por el ministro chileno Moreno, es contradictoria sobre la premisa implícita de que, o el tratado se renegocia bilateralmente o se denuncia internacionalmente, pero no se puede hacer ambas cosas a la vez.
El resultado de la Asamblea de Cochabamba es que la OEA ha descartado la resolución de 1979 y que Chile, reforzado en la idea de la bilateralidad, ha desechado cualquier discusión sobre el Tratado de 1904.

 El autor fue Presidente de la República
 http://carlosdmesa.com/

viernes, 8 de junio de 2012

Derrota diplomática. fracasos que suman y siguen. canciller sometido a los caprichos de SE ningún cosmético disimula. M.Kempff


Una derrota diplomática sensible, como ha sido la 42 Asamblea General de la OEA realizada en Cochabamba, no se la puede convertir en victoria cuando no existen los mínimos argumentos que permitan, siquiera, amortiguar el garrotazo de alguna forma. La secuela de fracasos diplomáticos suman y siguen en el Estado Plurinacional y nada indica, lamentablemente, que pueda existir una recuperación de imagen si a la cabeza de la Cancillería continúa David Choquehuanca, según quienes lo conocen una buena persona que ignora lo que son las relaciones internacionales.
Además, como el Canciller está sometido a los caprichos de S.E., ni siquiera podría, si supiera, rodearse de gente que conozca la compleja materia internacional o que, cuando menos, tuviera sentido común, lo que ya sería bastante dado el gobierno actual.
El MAS ha tratado, a través de algunos portavoces, de ponerle paños fríos a los resultados de la reunión, pero eso ha sido imposible ante la avalancha de críticas que se han desatado, provenientes, principalmente, de ex cancilleres y de personas versadas en diplomacia. Más allá de expertos internacionalistas es suficiente con haber seguido los acontecimientos de Tiquipaya, de haber leído sobre sus resultados. Fuera de las bravatas huecas de S.E. (“Chile está nervioso”) y de las risueñas y ponzoñosas diatribas del intruso presidente ecuatoriano, que se lanzaron ante complacidas agrupaciones sociales, todo lo que aconteció en el seno exclusivo de la Asamblea fue lamentable para Bolivia, mal que nos pese.
Ningún cosmético puede disimular el bofetón recibido después de la alocución del canciller Choquehuanca y de la respuesta del ministro chileno. Se trató de una propuesta boliviana de revisión del Tratado de 1904 y de una negativa chilena a hacerlo. ¿Por qué la propuesta de revisión? La revisión en sí, claro que se la puede hacer, es factible y se la ha hecho antes, pero, ¿se había hablado algo con Chile sobre el particular? Porque si se quiere revisar un tratado internacional tienen que estar de acuerdo las dos o más partes suscriptoras. Si no están de acuerdo las partes, ya no se trata de revisión sino de denuncia, que es un asunto muy grave. Pues bien, Choquehuanca se lanzó a la piscina vacía y quedó mal parado.
Que no trate ahora la Cancillería de querer salvar la cara recurriendo a la verba leguleya del diputado Héctor Arce, que debe saber de asuntos constitucionales pero que no puede sacar las castañas del fuego en un gafe diplomático descomunal. Estos fracasos no se arreglan con tretas socarronas como si se tratara de defenestrar al jefe de la desamparada marcha de los indígenas del TIPNIS. Aquí se ha retrocedido todo lo avanzado en medio siglo o más y no es cosa de venir a decir que hay que reformar la OEA o matarla. O que Panamá pudo revisar el Tratado del Canal con EEUU y Bolivia puede hacerlo con Chile. Si Panamá lo logró no fue con bravuconadas sino aprovechando el momento preciso y trabajando seriamente. No como Bolivia que hasta hace un año estaba de amores con su vecino del Pacífico, dejándose tomar el pelo con una agenda fullera, y ahora quiere conmover a la comunidad internacional que no se explica el súbito giro de la política exterior boliviana.
La mayoría de los pocos cancilleres asistentes y delegados que hicieron uso de la palabra incidieron en dos aspectos fundamentales que determinaron el destino de la Asamblea: uno, que el asunto marítimo debe arreglarse pacíficamente entre Bolivia y Chile, es decir, de manera bilateral, lo que favorece la eterna posición chilena; dos, que la solución del pleito tiene que hacerse respetando las normas del derecho internacional, lo que, para cualquier observador, significa el respeto a los tratados – “pacta sum servanda” – y lo que dispone la Convención de Viena sobre el cumplimiento a que están obligadas las partes.
Hubo una falta de estrategia diplomática en un momento propicio para haber obtenido algo y sobraron huachaferías que estuvieron a la orden del día. El vicecanciller Alurralde sigue manifestando que Chile tiene que renegociar el Tratado de 1904 porque así lo dispone la nueva Constitución boliviana. ¿Y qué le importa a Chile que la Constitución Plurinacional ponga los plazos que le dé la gana para renegociar tratados que le parezcan contrarios al interés nacional? Con esa lógica cada país podría incluir en su Carta Magna todas sus aspiraciones reivindicatorias, ¿y serían de cumplimiento obligado para otras naciones? ¿No es una huachafería total?

Nadie puede alegrar del fracaso del reclamo de Bolivia ante la OEA que unánime respaldó a Chile "continuar el diálogo" ha hecho retroceder el trámite 33 años atrás. Harold Olmos


Celebraría estar equivocado, pero creo que la 42 Asamblea de la OEA Bolivia marca un retroceso más allá de 1979. Nada aparta la impresión de haber presenciado una de las mayores derrotas diplomáticas en el más que centenario reclamo de Bolivia.
Nadie en Bolivia puede alegrarse de este traspié, patente cuando uno a uno los cancilleres del hemisferio o sus representantes daban la espalda a la multilateralidad del tema de la mediterraneidad boliviana. Quedaban debilitadas décadas de gestiones para afianzar el concepto de que la solución del encierro geográfico de Bolivia interesaba a todos porque era éste un escollo para la paz y seguridad continentales. Los esfuerzos para que la región reconozca que el problema boliviano es más profundo y que afecta al hemisferio, dieron un retroceso. Pretender lo contrario no hará sino acentuar el aislamiento de Bolivia, pues apuntalará la creencia  de que en Bolivia impera una ceguera que distorsiona la realidad a conveniencia y asegura que hay sol cuando lo que hay es un temporal que moja a todos. La conclusión será que quienes acomodan los hechos no son confiables.
Más temprano que tarde la realidad les aparecerá con fuerza demoledora.
Esto no significa que el concepto de la multilateralidad ha muerto, pero ha quedado maltrecho y habrá que emprender un esfuerzo supremo para reconstruirlo. Reconocer las propias heridas es el primer paso para restañarlas.
Bolivia siguió una estrategia errada que no se debe repetir y que debería dejar enseñanzas. La primera es que no se puede avanzar en los frentes externos sin una sólida unidad interna. La resolución de 1979 tenía por base la unidad que le confería una opinión interna mayoritaria que abrazaba la democracia y repudiaba intentos autoritarios. La actuación boliviana ante la 42 asamblea tiene como telón de fondo un manifiesto descontento con las tendencias autoritarias actuales. Entre las manifestaciones de descontento aparecen la marcha esforzada y persistente del Tipnis, la prolongada huelga de  los médicos y el apoyo que tuvo de estudiantes, mineros y la COB; a todo esto se suma el clima de inseguridad ante la creciente criminalidad, y la percepción de que el narcotráfico se ha afincado en el país como bibosi en motacú.
Este martes hubo un pronunciamiento verbal de todos los cancilleres o sus representantes tras  los informes de Bolivia y de Chile. El planteamiento del canciller Choquehuanca de renegociar el tratado de 1904 no encontró eco cuando sus colegas le respondieron: negocien bilateralmente. ¿Con qué apoyo  contaría Bolivia si denunciara ese tratado o reclamara su renegociación? A esta pregunta sigue otra: ¿Puede La Haya pronunciarse sobre un tema para el que el hemisferio americano ha sugerido el diálogo bilateral? El propio presidente Morales ha aceptado que está ante un problema difícil. El canciller chileno, al responder a su colega Choquehuanca, destacó que consideraba el apoyo al bilateralismo como una muestra del aprecio y cariño por su país. No hubo una respuesta boliviana acorde a ese momento. Los rostros de ambos cancilleres decían volúmenes.
El ambiente desfavorable a Bolivia puede haber sido alimentado por los bulliciosos “movimientos sociales” instalados en la ceremonia inaugural, ocasión en la que abuchearon a los delegados chilenos y estadounidenses. Nadie les instruyó cumplir las normas de hospitalidad.
Bolivia está pagando un precio alto por ignorar el precepto que se atribuye al estadista británico Benjamín Disraeli: “Los ingleses no tienen amigos, sólo intereses”. Por buscar amigos, Bolivia perdió la mejor oportunidad de avanzar hacia una solución de su disputa con Chile. El presidente Morales gozaba de todas las condiciones para emprender una negociación (apoyo interno masivo y amplias simpatías internacionales), pero sucumbió a una estrategia de desgaste y está con las manos vacías. Ahora tiene al frente el mandato constitucional que le ordena renegociar o denunciar tratados que no se ensamblen con la CPE.  Es el fin de un capítulo que demarca nuestra historia. Algunos dirán: No está mal. En el retorno al pasado de hace cinco siglos, hemos recorrido más de tres décadas en un solo día.
El autor es periodista
http://haroldolmos.wordpress.com

sorprende que OPINION entre los factores para el fracaso de la 42 Asamblea de la OEA no mencione para nada la ausencia de unidad y de preparación en la postura boliviana débil, incongruente, poco trabajada.

Más allá de una serie de factores habría que considerar tres aspectos que tienen que ver con la reivindicación marítima, la posición de Bolivia y la postura intransigente de Chile.

La intervención del canciller de Chile Alfredo Moreno cuando respondía a una réplica del canciller de Bolivia David Choquehuanca calificando de “liviana” la propuesta para renegociar el Tratado de 1904, es la expresión clara de que la posición marítima del vecino país respecto al problema boliviano, no solo que no encuentra un ambiente de flexibilidad para el análisis del problema, sino que se ha endurecido a punto tal que incluso transgrede normas en el lenguaje diplomático al afirmar como “liviana” el planteamiento de un jefe de la diplomacia.

Las expectativas respecto a una posibilidad de encontrar apoyo entre los cancilleres de los países asistentes a la 42 Asamblea General de la OEA, se disiparon la tarde del martes, cuando la pretendida aspiración de lograr un reconocimiento del carácter multilateral del problema marítimo boliviano y de un apoyo a la resolución de 1979, quedaron en la nada.

La intervención del canciller Choquehuanca basada en una explicación histórica, demandó renegociar el Tratado de 1904 para que Bolivia tenga una salida soberana al Pacífico luego de que le arrebataron su litoral en una guerra injusta. La respuesta de Chile fue que los países deben honrar sus compromiso, en este caso el Tratado de 1904.

La posición de Chile ha sido en esta oportunidad de una dureza que ha sorprendido a los cancilleres asistentes a la Asamblea, lo que sin embargo se anticipaba a partir de declaraciones previas del propio Canciller chileno que incluso había sostenido en determinado momento que su país tenía la fuerza militar necesaria para hace prevalecer el respeto a los tratados. En el plano diplomático la Cancillería chilena realizó antesalas o lobbys previos con los países miembros del organismo interamericano exponiendo su postura, lo que explica que al final instaron al diálogo, expresaron apoyo a la solución pero dejaron el problema en manos de Bolivia y Chile, ratificando la tesis chilena de la bilateralidad del asunto y echando por tierra la resolución de 1979 que reconocía que la demanda marítima boliviana es de interés hemisférico.

De tal modo que la incómoda resolución para Chile quedó en la nada y allanó también el camino de incomodidades para la misma OEA que no la hizo cumplir, lo que en los hechos ha representado una hábil jugada de la diplomacia chilena, frente a lo que puede considerarse un error de la boliviana en sentido de que no jugó sus cartas en antesalas de las cancillerías.

Lo que también aconteció en la Asamblea de la OEA más que un retroceso, puede ser calificado como la falta de oportunidad en el contexto político de los países de la región y que como se ha reconocido viven en un sistema democrático, diferente a las circunstancias de 1979 cuando Chile estaba gobernada por una dictadura. Sin embargo, más allá de estos factores no se debería dejar de mencionar tres aspectos: a) Bolivia mantiene su postura más que centenaria de reivindicar su derecho al mar y en esa senda ejercita una política de Estado, reafirmada en la Constitución Política. b) Bolivia sustenta su intención de recurrir a la justicia internacional, aunque espera una propuesta concreta, útil y factible de Chile para acceder al mar, como dijo el Canciller boliviano y c) El potenciamiento económico de Bolivia es perentorio para que su palabra en cualquier foro internacional tenga peso frente a la de Chile y del conglomerado de naciones.

jueves, 7 de junio de 2012

nada nuevo formuló Piñeira presidente de Chile. los tratados deben cumplirse. Bolivia replica que siempre pueden revisarse y perfeccionarse o desconocerse

El Presidente de Chile, Sebastián Piñera, en una conferencia de prensa en Antofagasta, rechazó la solicitud realizada por el Gobierno a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) de renegociar el tratado de límites de 1904 y pidió a los bolivianos comprender que "los tratados son para cumplirlos".
Después de conocer la ofensiva de La Paz ante la OEA por la demanda marítima, el Mandatario chileno señaló que "el Gobierno boliviano tiene que comprender que los tratados y los acuerdos son para cumplirse".
Insistió que Chile "respetará siempre el tratado de 1904", que fijó los límites entre los dos países tras una guerra en el siglo XIX, y respondió así al Gobierno, que reclamó una renegociación de dicho compromiso en la Asamblea General de la OEA celebrada esta semana en Cochabamba.
"Chile reitera una vez más que el derecho internacional y los tratados internacionales son la base de la convivencia pacífica y civilizada entre los países", recalcó.
Piñera valoró positivamente la "comprensión y el apoyo" por parte de la mayoría de países que integran la OEA, que, en la reunión de Cochabamba respaldaron la tesis chilena de que la demanda boliviana de una salida al Pacífico es un asunto bilateral y no multilateral.
"La posición de Chile es firme, clara y plenamente respaldada por el derecho internacional, por los tratados internacionales y por la comunidad de países americanos", agregó.
Por último, elogió el desempeño del Canciller Alfredo Moreno. "Por haber sostenido y defendido la posición chilena con tanta claridad, y al mismo tiempo, con mucha firmeza", dijo.

movimientos sociales asalariados, contratados para la silbatina, abuchearon a los invitados en Tiquipaya. lo destapa Bajo el Penoco. (Ver previus)

Previus: un diario de Cochabamba que no es LT, editorializó echando loas a "los movimientos sociales..." y su rol en el nuevo estado de cosas. de su lectura concluímos que ha tenido que ser un funcionario del Gobierno que escribió el texto o se metió allí de contrabando. no es posible que se aplauda "al claque" de silbadores y abucheadores que autotitulándose "movimientos..." están en todo acto político para cumplir su misión. propagandear a EM y desmerecer a los demás...no son importantes, ni deciden nada...son un instrumento del que está en el poder porque les paga, el viaje, el viático, la comida, la bebida y dinero contante extraído del tesoro de la nación. esta es la verdad.




El que creyó que silbando y abucheando a los chilenos en la cumbre de la OEA ayudaría al país a avanzar en el tema marítimo, se equivocó de cabo a rabo. En silencio y ausente de las silbatinas que organizó el Gobierno para hacer ver lo machos que somos, la diplomacia de Chile le ha vuelto a dar una tremenda paliza a Bolivia, tal como ha sucedido en toda la historia desde 1879. Bolivia no consiguió que la OEA ratifique la resolución de 1979 que declaraba al reclamo boliviano ante Chile como “asunto hemisférico”. En lugar de eso, el organismo internacional instó a los países en conflicto a buscar el diálogo bilateral como única forma de atender el diferendo, en el que por lo visto, nadie más tendrá que meterse. El que tuvo que meterse el rabo entre las piernas después de la pretendida humillación a los chilenos, ha sido el canciller David Choquehuanca, quien casi en tono de ruego, le ha pedido a Chile revisar el Tratado de 1904, mediante el cual, el Estado andinocentrista de Bolivia renunció voluntariamente a la salida al mar. Ahora Chile es el que ríe de último y se escuda más que nunca en ese tratado.

miércoles, 6 de junio de 2012

Los Tiempos elabora recia crónica de las últimas horas de la 42 A. de la OEA celebrada en la campiña de Cochabamba. Para el registro histórico

Un duro enfrentamiento de exposiciones entre los cancilleres de Bolivia, David Choquehuanca y Chile, Alfredo Moreno, marcó la última jornada de la 42 Asamblea de la OEA que se desarrolló en Cochabamba.
Mientras el Ministro Choquehuanca denunció en su discurso “incumplimiento” de los acuerdos por parte de Chile, su homólogo insistió en que la postura de su país es abogar por el diálogo y el respeto a los acuerdos bilaterales vigentes, en materia de delimitación marítima y territorial.
El jefe de la diplomacia boliviana planteó renegociar el Tratado limítrofe de 1904 y solicitó una respuesta inmediata. Su par respondió molesto por la "liviandad" de la propuesta.
El planteamiento del Gobierno claramente no encontró el respaldo esperado y la mayoría de los asistentes a la sesión se pronunciaron en favor de un diálogo bilateral.
Al término de la sesión, el Canciller Moreno se mostró "extraordinariamente satisfecho" por el resultado. Aunque no quiso profundizar en la propuesta planteada por Bolivia, aceptó una breve ronda de preguntas en la que destacó que el pedir renegociar el tratado (de 1904), significa que se reconoce su vigencia.
También dejó entrever que acudir a un tribunal internacional no sería bien recibido por su Gobierno.
¿Satisfecho con su participación?

-              Al terminar este punto durante la sesión de la Asamblea de la OEA estamos extraordinariamente satisfechos por lo que hemos escuchado de todos los países. Todos (los países) han referido que este es un tema bilateral entre Chile y Bolivia, que es un tema que de hacerse debe ser basado en el derecho internacional, en el respeto a los tratados tal como le señalé al terminar al resto de las delegaciones. Creo que esto ha demostrado la madurez de esta organización, y ha dejado abierto el camino que siempre hemos considerado positivo, el diálogo. Así que muy satisfecho. Yo ya había señalado con anticipación que pensaba que este iba a ser el resultado. Muy contento por el pleno respaldo de todos los países de la OEA en que este es el camino por el cual otros dos países de nuestra América podemos resolver cualquier dificultad que tengamos.

¿Quedó clara la postura de la bilateralidad que presentó con el Tratado de 1904?

-              Por supuesto. Creo que ha quedado muy claramente establecido, como lo dijeron todos los que hablaron. Este es un tema bilateral entre Chile y Bolivia. Creo que nos vamos despejando. Han pasado 33 años desde cuando Chile estuvo aquí el año 1979, y ha habido aquí madurez para entender que es un tema que depende de los dos países. No hay nadie más que pueda avanzar en resolver los problemas de los pueblos, más que los propios pueblos.

Se puede renegociar?

-              Sobre ese tema no me voy a referir porque no tiene un contenido preciso, pero quise dejar claramente establecido y quisiera reiterarlo ahora: ninguna renegociación que pudiera plantearse va a ser sobre la base de cambiar la soberanía chilena. Todas las conversaciones que hemos tenido con Bolivia han sido sobre la base de no tocar la soberanía de nuestro país. Por lo tanto,  este es un principio inamovible y he querido dejarlo clarísimo delante de todos los asistentes a esta reunión. Como siempre hemos dicho, las cosas claras es la manera de poder avanzar en cualquier diálogo.
Quisiera mencionar que veo algunos puntos valiosos en esta proposición porque para hablar de una renegociación hay algunos elementos que son necesarios. Hay que reconocer que hay un tratado y que el tratado es válido. Sino sobre qué renegociación podemos hablar?...  Espero que esto signifique el abandono de la vía judicial porque si lo que se busca es hablar de un tratado plenamente válido no podemos hablar de un tratado injusto que no tiene validez.
Creo que en esto hemos avanzado. Diría yo hemos dado un paso enorme en esta materia. Va a ser muy beneficioso para Bolivia y Chile porque a medida que uno va poniendo las bases en el lugar correcto, hay espacio para que los países se puedan entender y puedan avanzar.

Usó Ud. la figura de las reservas por un material que se entregó a los medios antes de las disertaciones.

-              Es que mire. En realidad es una cosa menor pero la verdad es que aquí el procedimiento de entrega de información a los delegados se hace a través de la OEA. Aquí como estamos en un Hotel, en las afueras, les entregaban papeles a los delegados y nosotros no teníamos la misma posibilidad. Ni sabíamos que esto se podía realizar de esta forma. Y esto se hizo al momento que entraban a realizar sus presentaciones o dar sus opiniones, así que quise establecer simplemente eso.
Todos esos documentos establecen una cierta forma de mirar lo que pasó en el Guerra del Pacífico. Cómo lo ven algunas personas aquí pero es diferente a cómo nosotros lo entendemos y cómo sabemos que fue lo que ahí sucedió. Por lo tanto, entregar esa información, creo que no aportaba mucho. Quise simplemente hacer presente que no coincidía con esa información.

Su homólogo boliviano le planteó un diálogo. En qué contexto se daría de aquí en adelante?


-              Quiero decirle que con David Choquehuanca hemos tenido un trabajo ya hace más de dos años. Creo que con él podemos avanzar en forma muy fructífera. Tengo la mejor opinión del canciller Choquehuanca, y pienso que en el plano del respeto mutuo. sin duda, podemos avanzar.
Por lo que ha sucedido hoy día, como lo acaba Ud. de escuchar, creo que con mayor razón aún vamos a partir sobre bases sólidas en las que todos entendamos lo mismo. Así que eso es lo que le puedo decir.

¿Existe algún impedimento que imposibilite el diálogo entre los países, en caso de que se concrete una demanda internacional por parte de Bolivia?

-              No hay ninguna demanda ahora.

Trae a colasión Rocío Estremadoiro la circunstancia histórica de la primera OEA cuando todos los estados respaldaron a Bolivia

El traspié sufrido debe servir para que nuestros gobernantes asuman que para alcanzar éxitos diplomáticos hace falta algo más que eslóganes
La tarde de ayer ha sido dura para el sentimiento boliviano pues, una vez más, las expectativas creadas por las autoridades de gobierno respecto a la actitud que asumirían los Gobiernos de las Américas en la 42º Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) respecto a nuestra demanda marítima han resultado estar sobredimensionadas.
Al parecer sin mayor cabildeo entre las delegaciones, luego de una revisión histórica de las negociaciones entre ambos países, el Canciller boliviano propuso a Chile revisar el Tratado de 1904. En respuesta, su colega chileno rebatió la visión boliviana y reiteró la predisposición de su Gobierno a retomar la política del diálogo para alcanzar acuerdos. A continuación intervinieron los delegados a la Asamblea, quienes, sin hacer referencia al nuevo planeamiento boliviano, señalaron que el tema es bilateral y su resolución debe ceñirse a los principios del derecho internacional, por lo que exhortaron a las partes a reponer el diálogo.
Es decir, se presentó un retroceso en relación, por ejemplo, a la Resolución 426 de 1979, en la que se declara el tema de “interés hemisférico”.
Así, es comprensible que entre los bolivianos, hombres y mujeres, anide un sentimiento de frustración. Y a nivel gubernamental debe ser difícil constatar, una vez más, que eventos como el de la Asamblea General de la OEA no son similares a los de orden partidario o sindical, y, por sobre todo, observar que más allá de lo que se dice y ofrece, lo cierto es que en las relaciones entre países predomina el interés particular antes que el de la solidaridad o ideológico, como, seguramente, presumían que mostrarían los representantes de Argentina y de los países de la Alianza Bolivariana  (ALBA) que, mientras se trataba de actos de masas ofrecieron el oro y el moro, pero llegado el momento de la declaración oficial recuperaron la tradición y optaron por la cautela. Bastó que en Chile se observara alguna frase altisonante del Mandatario ecuatoriano en su impertinente visita al país, para que su canciller, a la hora de referirse al tema, adhiera a la posición mencionada como lo hicieron, a su turno, a los de Venezuela y Nicaragua.
derrotado luce Choquehuanca en la OEA.II
Así, atrás quedaron también los eslóganes rimbombantes como “Malvinas para Argentina, mar para Bolivia” que con tanto entusiasmo pronunciaran nuestras autoridades y dignatarios de ALBA en la Asamblea Paralela de los Movimientos Sociales que, como todas las que se realizan, no pasan de ser un acto de movilización y forzada adhesión, pues lo que ahí se resuelve no transciende a los ámbitos oficiales.
Por lo señalado, Bolivia ha sufrido un traspié en la 42º Asamblea General de la OEA en el tema de nuestra reivindicación marítima. Ahora, lo que corresponde es aprender de la experiencia, impulsar esfuerzos para profesionalizar el manejo de las relaciones exteriores y asumir, de una buena vez, que en este campo la ideología cede total espacio a los intereses que tiene cada país, y que los éxitos se alcanzan acumulando acciones y no desconociendo lo hecho en el pasado.