La semana pasada, el Presidente del Estado ha hecho un planteamiento muy concreto a Chile: restablecer relaciones diplomáticas entre ambos países con el compromiso de iniciar de inmediato negociaciones para que Bolivia recupere una salida soberana al Pacífico en un plazo de cinco años, teniendo como garante de ellas al papa Francisco, e invitó a su colega chilena a viajar al Vaticano para presentar en forma conjunta este pedido.
Una vez más, las autoridades chilenas no han sabido reaccionar. Comenzaron con un funcionario de tercer nivel sosteniendo que Chile no reanudaría relaciones diplomáticas con condiciones, y a las pocas horas y en similar sentido, habló su Ministro de Relaciones Exteriores, otra vez distorsionando absolutamente la propuesta presidencial, al, nuevamente, mentir sobre el contenido de nuestra demanda ante la Corte Internacional de Justicia.
Ante esas reacciones, el Presidente del Estado ha explicado que habiendo sido el fracaso de las negociaciones sobre este tema lo que condujo a la ruptura de relaciones diplomáticas con Chile en la década de los 70, correspondía, en consecuencia, poner el tema en el tapete.
Se trata, sin duda, de un sólido argumento y, al mismo tiempo, de una nueva oportunidad para que ambos países puedan alcanzar un estado de relacionamiento pleno, aspecto que, como también ha sostenido el Presidente, ayudaría a que ambos países se desarrollen más dado que hay muchos factores complementarios entre ambos. De hecho, es necesario aclarar que lo que no hay entre ambos países son relaciones diplomáticas, porque existen las de nivel consular, comerciales, culturales, migratorias que, por lo demás, son muy intensas.
Obviamente no se trata de unas negociaciones fáciles. Hay muchos obstáculos que vencer, particularmente los relativos a sentimientos patrióticos. Pero, a estas alturas de la historia es necesario cambiar de visiones y comprender que los desafíos que nos lanza el nuevo sistema internacional pasan, para poder ser recogidos, por alianzas sólidas de integración, y está claro --y lo mas importante, lo está para un número cada vez más grande de países-- que en nuestra región un obstáculo para esos procesos de integración es la irresuelta demanda marítima del país.
En este escenario es preciso insistir en que la estrategia boliviana para recuperar una salida soberana al Pacífico pasa por una demanda básica de diálogo con Chile. Así ha sido planteado ante la Corte Internacional de Justicia, para que dictamine que Chile debe dialogar de buena fe con Bolivia sobre el tema; así se ha ratificado con la propuesta de reanudar relaciones diplomáticas con el vecino país. Y ello, además, en sintonía con la exhortación papal a “dialogar, dialogar, dialogar” para resolver los conflictos entre naciones.
Sin desconocer que se puede pecar de optimismo, se puede afirmar que la estrategia que se está siguiendo para resolver nuestra demanda de volver a tener una salida soberana al Pacífico está demostrando ser correcta. Y es precisamente por este convencimiento que no habrá que cansarse de pedir, particularmente a los actores políticos, no utilizar este tema con fines internos, así como exhortar a que el conjunto de nuestra política externa se subordine a esta estrategia.
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