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sábado, 25 de enero de 2014

desde los jóvenes años en que Gastón Cornejo pasó por Chile estudiando Medicina, conoció a notables humanistas como Salvador Allende y tuvo por condiscípulos a notables políticos con los que cultivó una profunda amistad, la que hizo eclosión, cuando convertido en Senador de la República pudo interesarles en el proyecto boliviano. nuestro editor acompaña a Gastón en su patriótica gestión.

EL TRISTE CASO DE LA HAYA Y  LOS TRES HERMANOS DESALMADOS. por GASTON CORNEJO

Carta que le envía Guillermo Arenas Escudero a Esteban Silva <esilvac55@gmail.com> hermano chileno, dirigente del Socialismo de Salvador Allende, el 21 de enero presente.

“El 27 de enero, se escucha hasta el hartazgo, la Corte Internacional de La Haya, resolverá el diferendo marítimo chileno-peruano. Ello, es una verdad a medias, por lo tanto, una mentira doble. No se trata solamente de Chile y Perú. Se disimula, más derechamente, se esconde (con sorprendente éxito) que el más seguro perjudicado será Bolivia A pesar que el juicio es entre Chile y Perú, Bolivia ha devenido en un verdadero convidado de piedra.

Sí, tal como lo escribo: los bolivianos serán los perjudicados principales, cualquiera sea el fallo. Creo firmemente que Bolivia lleva las peores velas en este entierro. Me asiste la convicción que el fallo será de pacotilla y que dejará de "vencedor" a Chile o a Perú, y (a todo evento) "derrotado" a Bolivia sin oportunidad alguna de aspirar a una salida al mar con continuidad territorial. Suele llamarse a estas situaciones: “daños colaterales” propios de todo conflicto.

Creo firmemente que Bolivia lleva las peores velas en este entierro. Me asiste la convicción que el fallo será de pacotilla y que dejará de "vencedor" a Chile o a Perú, y (a todo evento) "derrotado" a Bolivia sin oportunidad alguna de aspirar a una salida al mar con continuidad territorial. Suele llamarse a estas situaciones: “daños colaterales” propios de todo conflicto.

Dentro de sus atuendos ridículos y sus pelucas y bordadas pecheras (de dejos rancios a regusto colonial, sobre todo por el uso de togas negras, en señal de luto por la muerte de la Reina María II de Inglaterra a fines del S.XVII) los miembros del "tribunal" saben que tienen pocos espacios para maniobrar. Nunca tuvieron muchos. Son bien pagados porque no son imbéciles, peor aún, es gente inteligente que debe pararse ante el planeta entero y parecer "jueces".

Es útil también recordar que es un “tribunal” al que Estados Unidos le ha negado jurisdicción. Nicaragua en 1986 demandó a EE.UU. por violar el derecho internacional. Nicaragua ganó el caso. La Corte Internacional de La Haya dictó sentencia en favor de Nicaragua. Estados Unidos sencillamente no acató el fallo. Es decir, la Corte sirve solamente cuando se trata de una pelea entre países condescendientes, pues de haber un matón de temer, sus sentencias no sirven de nada y tienen menos valor que el papel en que se escriben. En otras palabras, La Haya está hecha para países como los nuestros. Ellos lo saben, nosotros lo sabemos: todos lo saben. Para qué tanta ceremonia. Foucault lo dijo secamente: “hoy, vivimos una amalgama de decorados”.

Ellos conocen perfectamente la historia de la Guerra del Pacífico (dicho en chileno) o, Guerra del Salitre (dicho en peruano). Y cómo no, si las fortunas que de allí nacieron se radicaron, disfrutaron y gastaron en Londres, en la otra orilla del Canal de la Mancha.
Ellos conocen cabalmente de las peripecias y mentirillas oficiales de la postguerra del ‘79. (Que Tacna y Arica, que te la quito, que te la doy, que un plebiscito, que mejor las repartimos).

Ellos saben que en razón de esos acuerdos, Chile ejerce soberanía restringida en Tarapacá. (Sí, restringida). No hay que hacerse el ganso, como si se tratara de una clase patriotera de geografía coja: Chile no puede ceder ese territorio, ni siquiera una parte de él, a un tercer país sin la autorización expresa de Perú. Ellos saben que esa cláusula no fue establecida en favor, ni de Chile ni de Perú, sino en contra de Bolivia. Con torpe descaro se ha dicho: Chile y Perú pactaron la paz en Ancón y en 1929 y enterraron la llave que permitiera una salida soberana de Bolivia al Océano Pacífico.

Ellos saben que Chile y Perú, por alguna razón mefistofélica e inconfesable, siempre se han asegurado que Bolivia sea mediterránea. (Bueno es recordar que en 1841 Perú y Bolivia tuvieron una guerra por el mismo territorio: Tacna-Arica-Tarapacá, llamado también: Colesuyo). De primates!, pero así es.

Ellos saben que hasta nuestro sátrapa artero y ladino: Augusto Pinochet Ugarte, ofreció a Bolivia salida al mar, precisamente en las aguas que actualmente Perú reclama como suyas. Probablemente la proposición no era sincera, pero Perú corrió a oponerse y Bolivia “perdió como en la guerra” (literalmente).

Ellos saben que las Fuerzas Armadas de ambos países autorizaron llevar este asunto a La Haya. No seamos ingenuos, si cualquiera de ellas se hubiere opuesto, no habría juicio en La Haya, ni bufetes de abogados desempolvando sus pelucas con cargo a los erarios chileno y peruano.

Ellos saben que nuestros militares vienen saliendo (períodos Pinochet-Fujimori) de sendas represiones y matanzas en nuestros pueblos y se encuentran "exhaustas". Peor que eso: La última guerra de Perú (con Ecuador por la cabecera del Río Cenepa) terminó con el triunfo de ambas partes, cuyos ejércitos ocuparon “triunfantes” el territorio en disputa (¡en lugares distintos!). A su turno la última acción militar chilena, fue bombardear el Palacio de La Moneda con el Presidente Constitucional parapetado en su interior, donde murió defendiendo su posición, sin arriar la bandera. (Para escarnio de los militares: ¡Como en La Concepción!).

Ellos saben, además, que el Gobierno de Chile resolvió proteger las inversiones de LAN y tiendas de retail en Lima, lo mismo que Perú a sus 8.000 millones de dólares invertidos en estas frías tierras del sur. Ellos saben que los mercaderes de ambas patrias, son más importantes que el mar en disputa.

Ellos saben perfectamente que ese mar tiene dueños. Que es propiedad privada de un par de empresarios chilenos. Que, cualquiera sea el fallo, seguirán siéndolo. Que lo peor que les pueda pasar, es que deban compartir la propiedad con una par de empresarios peruanos. (O, que finalmente un japonés o un jeque árabe, se quede con todo, previo pago de una suma vil de dinero, digamos unas treinta monedas).

Ellos saben que Bolivia no cuenta. No tanto por su debilidad militar, sino porque "la comunidad internacional" no entiende que Bolivia se niegue a separar los negocios de los demás intereses de su país, que no ponga a disposición del mercado su gas y demás riquezas mineras.

Ya el fallo perdió toda relevancia. Perdió absolutamente su importancia.(1)
Si algo “positivo” se pudiere sacar de todo esto, es que Perú “obtenga un triunfo” por pequeño que sea, para que pueda rediseñar y revertir décadas de enseñanza sistemática anti-chilena. Y que Chile “se tenga que mamar una derrota”, así sea parcial, para comenzar a erradicar nuestra patética arrogancia y racista sentido de superioridad.

Bolivia tampoco ha resultado inocente en todo este chasco. Desde ya, no quiso involucrarse en serio. Optó por “sacar número” para que le atienda el mismo “tribunal” en su sempiterna demanda marítima.

Chile, Perú y también Bolivia no han cumplido con sus deberes esenciales, menos con sus obligaciones mínimas como países hermanos. Es una vergüenza que tres países sudamericanos, con fronteras comunes, con partes de sus territorios (Sur peruano, norte chileno, oeste boliviano) dependiendo los unos de los otros, sean completamente incapaces de enfrentar sus comunes desafíos y resolver las necesidades de sus gentes. Somos irresponsables con los chilenos, peruanos y bolivianos. Estos tres hermanos se niegan a tener espíritu de destino común.

Después del fallo, todo indica que los tres países saldrán a la caza de la misma piedra en que han tropezado por largos 120 años: cada vez que tengan una diferencia, se las resolverán unos pelucones en el hemisferio norte.

Así las cosas, que la tierra nos sea leve y dios (si lo hubiere) se apiade de todos nosotros. Por de pronto, somos tres hermanos desalmados.

(1)Probablemente la nueva línea de la frontera marítima que establecerá el fallo, será la del paralelo hasta las 12 millas náuticas (mar territorial) y una equidistante a las pretendidas por las partes, hasta las 200 (zona económica exclusiva). [12 Millas náuticas = 22,2 Km.]

Guillermo Arenas Escudero
21 de enero 2014.





RESPUESTA A ESTEBAN SILVA
Querido hermano Esteban.
¡QUE HERMOSO EL TIRÓN DE OREJAS! nos hace  Guillermo Arenas a los tres involucrados, a los tres hermanos desalmados; Aceptado, claro que Bolivia recibió el golpe cuando menos lo esperaba, pero también tuvo hijos que dieron al padre un puñal artero por la espalda en 1904.

A propósito, ¿quién es él? Me parece que tiene toda la razón y el criterio a la distancia. Es un llamado de atención a los tres pueblos, responsables de no tener la fraternidad ni la sabiduría para solucionar sus problemas.

En la Guerra del Pacífico, preparada 42 antes, todo ocurrió en provecho de infames intereses económicos, de angurria de adinerados; sobre todo, de ingleses extranjeros irrespetuosos con nuestra dignidad y nuestro futuro.

Me gustará hagas llegar la conferencia del ex Canciller de Bolivia Gustavo Fernández al amigo que tan bien escribe sobre todo, me gusta el contenido y la forma cruda de una prosa franca, viril y abierta al debate.

Yo asumo lo que afirma y, claro, a mis años me conduele no haber podido lograr como Senador de la República de Bolivia, el avance de un pedacito de afecto entre los tres hermanos, desalmados en rencor donde aún no cabe el perdón, la comprensión y sobre todo, la reconciliación.

Continuamos en el Medioevo trágico y retrógrado y a pesar de tener un maquillaje civilizatorio, seguimos existiendo como patrias violentas, países bárbaros, gordos de irreflexión, enemigos del diálogo fecundo que nos sublime en evolución histórica.

A propósito del mar, la costa chilena privatizada totalmente en beneficio de inversores sin alma; a propósito de la atmósfera impoluta que antaño respirábamos en Chile, a propósito de los Tratados inamovibles cuando así lo ordenan los réditos coyunturales, a propósito de los mil camiones varados en la frontera… tengo en mis manos las “Odas” de Pablo Neruda.


Como le sucede al creyente que confiesa sus pecados ante el religioso que absuelve tristezas humanas, el consolador de penas, el cirujano de almas, recito en voz alta repitiendo párrafos de nuestro Neruda americano, sus poemas; evocando su voz apagada, como la mía, quebrada de vejez, recordando con él utopías posibles de lograr con la palabra y la belleza, la fraternidad y el amor entre nuestros tres pueblos, enfermos de historia  y afectados de sentimientos primitivos.

Que la tierra nos sea leve y que Dios -como dice Arenas - si lo hubiere, se apiade de todos nosotros. Y yo afirmo que la tierra es pródiga en bienes, así lo demostró el Litoral boliviano sustraído en sus recursos, y de verdad, Dios sí existe, trascendente en el fondo del vacío cuántico, vigilante del destino y la condición humana. Por esa seguridad yo creo firmemente que algún día los tres hermanos nos reencontraremos en una abrazo afectuoso como  el que yo te mando ansioso de respuesta.

Gastón Cornejo Bascopé, repitiendo a Pablo y recitando a  gritos…
¡Ay viajero! No vas y no regresas;/eres en los caminos, existes en la niebla./ Viajero dirigido/ no a un punto, no a una cita/ sino solo al aroma de la tierra./                                                                                                                                                                                           

Otra vez a la ola va mi verso/ No puedo dejar mil veces, ola/ de cantarte, oh novia fugitiva del océano (y de mi Patria)/ delgada Venus/ levantas tu campana/ y en lo alto/ derribas azucenas.

Para los bolivianos, “El mar no descansa, no duerme, no se ha muerto/ crece en la noche que combaron las estrellas mojadas como el trigo en el alba/ Como un niño/ perdido que solo con el golpe de la aurora/ como un tambor despierta/ gigantesco mientras (en Bolivia) transcurre/ el triste/ otoño/ de la tierra.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   Pero es posible le pregunto a mi Patria (Bolivia) /…que perdieras algo tan necesario/ el mar de tus recuerdos ¿sin que te dieras cuenta? ¿Caminabas dormido? ¿Qué comías? ¿No miraste los ojos de las gentes?

Y a (Chile) mi Patria cultural… / A ti hablo/ no mires a otro lado/ porque no llamo a tu vecino/ a ti te estoy hablando./…

/ Las hojas recién nacidas de la primavera preguntaron ¿Qué hace?/

/ Y cada día entre silencio y muro son las vías./ No te escapes/ Ahora me ayudarás/ Un dedo, una palabra/ un signo tuyo/ y cuando/ dedos, signos y palabras/ animen y trabajen/ algo aparecerá en el aire inmóvil/ un solidario sonido de ventana/ una estrella en la terrible paz nocturna/ Entonces tú dormirás tranquilo/ tú vivirás tranquilo/ serás parte del sonido que acude a la ventana/ de la luz que rompió mi soledad mediterránea.

Y Bolivia insiste en su destierro marítimo y ausente:
No salgo al mar este verano; estoy/ encerrado, enterrado, y a lo largo/ del túnel que me lleva prisionero/ oigo remotamente un trueno verde/ un cataclismo de botellas rotas/ un susurro de sal y de agonía.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  Y a propósito, después de 120 años,  todo Chile quedó privatizado, hasta el aire, el mar, las costas, los caminos donde transitan las dulces existencias de los hermanos de sangre americana:

Pablo, aún en vida, previniendo pesares: “ Aire. No sé quién eres/ pero  una cosa te pido/ no te vendas./ El agua se vendió y en el desierto he visto/ terminarse las hojas/ y el mundo pobre, el pueblo/ caminar con su sed/ tambaleando en la arena./ Aire, no te vendas/ que no te canalicen/ que no te entuben/ que no te encajen ni te compriman/ que no te hagan tabletas/ que no te metan en una botella./ ¡Cuidado! Llámame cuando me necesites./  Eres transparente/ para que vean todos lo que vendrá mañana. …/Ya vendrá un día en que libertaremos/ la luz y el agua/ la tierra y el hombre/ y todo para todos será/ como tú eres.

¡Lástima! El aire, el mar, las costas, los peces marinos, los caminos, la uva y la araucaria, fueron, están privatizados; son propiedad de ajenos.

Por eso estos lamentos, porque en momentos de depresión anciana, me parece que terminó toda su historia la Utopía, aquella que soñó Pablo, Gabriela, Vicente. Luis Emilio, Ricardo, Volodia y tantos héroes.

 Y necesariamente somos merecedores del insulto: ¡Hermanos desalmados!

Que la tierra nos sea leve y que Dios - como dice Arenas - se apiade de todos nosotros.

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