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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Don Cástulo Martínez un chileno que simpatiza con la justa causa de los bolivianos nos ofrece la Parte II de su interesante artículo "Una Razón..."


UNA RAZÓN POR LA CUAL CHILE DEBERÍA
CEDER UN PUERTO SOBERANO A BOLIVIA

Bolivia nació con un litoral soberano, y aunque Chile le reconoció oficialmente sólo una franja de dicho litoral, que, en mi opinión, es la porción más valiosa por las riquezas que ha entregado y sigue entregando a Chile, tales como: guano, salitre, plata, cobre y otras sustancias del suelo.

Es cierto que el gobierno de Bolivia cedió a Chile su litoral al firmar el Tratado de 1904, pero lo firmó resignado, pues no tenía otro camino ni alternativa. O entregaba al vencedor su litoral cuajado de riquezas naturales, o seguía oprimido bajo el ya insoportable peso del "Pacto de Tregua de 1884" que tenía al país anémico y exangüe. Así que las autoridades bolivianas firmaron, entregando su valioso litoral, y recuperaron el control de sus aduanas fronterizas y, de pasada, recuperaron su dignidad.

El Tratado de 1904, tanto por su contenido como por la forma en que se consiguió la renuente firma del gobierno boliviano, es una ignominia. Pero la cancillería chilena hizo esta increíble declaración el 28 de marzo de 1963:

"Yo debo declarar enfáticamente que el Tratado de Paz de 1904, libremente negociado por las Partes, firmado 24 años después de concluidas las hostilidades con Bolivia, libremente ratificado por ese país, y que tiene ya casi 60 años de vigencia [en 1963], es intangible".

En la actualidad, a comienzos del siglo XXI, aún persiste esta situación anómala de que un país debe resignarse a que un país vecino lo haya dejado condenado a una eterna mediterraneidad. Por consiguiente, yo sostengo que es de toda justicia y altruismo que Chile entre en negociaciones serias con Bolivia para encontrar una solución que permita a Bolivia regresar soberanamente a una pequeña porción del valiosísimo litoral propio que tuvo en el pasado; lo que finalmente redundaría en beneficio para el pueblo chileno también.


Por un tratado no cumplido. Efectivamente, el 18 de mayo de 1895 Chile y Bolivia firmaron el Tratado de Transferencia de Territorios, en virtud del cual Chile se comprometía a ceder a Bolivia cualquier territorio que recibiera como resultado de un plebiscito que nuestro país tenía pendiente con el Perú, o si los obtuviera por otros medios. El plebiscito nunca se realizó; pero, en cambio, el asunto se dirimió por medio del Tratado del 3 de junio de 1929, cuyo artículo 2º estipulaba: "El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes, Tacna para el Perú y Arica para Chile". De los 24.000 km2 en disputa, Perú recuperó 8.600, más la zona de Tarata; Chile retenía el sector restante, equivalente a 15.300 km2. Una vez que Chile tomó posesión de la provincia de Arica, debería haber cedido Arica a Bolivia, en cumplimiento de este tratado de 1895; pero nunca lo hizo. Por el contrario, las autoridades chilenas pertinentes idearon un plan para no cumplir su compromiso de transferir a Bolivia la provincia peruana adquirida, en este caso, Arica, y, al mismo tiempo, quedarse con el litoral boliviano que hasta ese momento mantenía cautivo en virtud del Pacto de Tregua de 1884. En primer lugar, se escogió el hombre más apto e idóneo para llevar a cabo este plan: don Abraham König Velásquez. Él era un hombre inteligente y culto; abogado, periodista, autor de varios estudios literarios, y fue cuatro veces diputado; también fue Ministro de Guerra y Marina, y auditor de guerra en 1887. Era, en fin, el hombre preciso para la difícil misión que le encargó el gobierno. ¿Cuál misión? Pues, ir a Bolivia a comunicar al gobierno boliviano que Chile ha decidido no cumplir con el tratado de transferencia de territorios, pero que, de todas maneras, ellos deberían ceder su litoral a Chile. Esta entrega de su litoral debería quedar protocolizada en un tratado de paz y amistad, cuyo borrador llevaba el Ministro König en su maletín junto con las breves, pero precisas instrucciones que le dio su jefe, el Ministro de Relaciones Exteriores, señor Rafael Errázuriz Urmeneta. Estas instrucciones se encuentran al final del capítulo 7 de este libro.

Así que el incumplimiento de este tratado y los medios coactivos con que se obtuvo la firma boliviana para el tratado de 1904, es de por sí una muy buena razón para que mi país remedie al menos en parte la injusticia de haber privado al pueblo boliviano de su litoral.

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