El refrán dice que si “la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña” y eso podría estar ocurriendo con los bolivianos y el mar, que seguramente costará mucho recobrarlo. Mientras se produce el hecho histórico de la presentación de la demanda formal ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, un trámite que ha sido calificado como “muy serio” por el gobierno chileno, el Banco Central nos da una idea más cercana de lo que ocurre en las relaciones Chile-Bolivia.
Sucede que decenas de miles de compatriotas están emigrando masivamente al país vecino, para aprovechar las ventajas, mayor paga y mejores oportunidades de trabajo. El hecho es que ese fenómeno ya se nota claramente en el envío de remesas desde Chile, que han crecido en un 61 por ciento en los últimos años, alcanzando los 95 millones de dólares por mes, según el reporte del primer bimestre de 2014.
Es obvio que los bolivianos no van a Chile a buscar el mar, pero seguramente lo disfrutan, de la misma manera que los exportadores chilenos gozan por nuestro atraso, las trabas y la supuesta bonanza que no se nota más que en los discursos. El otro dato: en el periodo 2008-2012, las ventas chilenas a Bolivia representaron el triple de lo que nosotros les vendemos a ellos. Naturalmente, para todo esto no se necesita diálogo bilateral.
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