Acertada fue la decisión presidencial para designar como agente boliviano ante la Corte de La Haya, al expresidente de la República, Eduardo Rodríguez Veltzé. Rodríguez Veltzé llegó a asumir las funciones del primer mandatario de la nación, siendo presidente de la Corte Suprema. Su experticia jurídica es el principal referente para sostener la garantía de la seriedad y solidez de la demanda presentada ante la Corte Internacional de Justicia, el pasado 24 de abril.
La Corte Internacional de Justicia es el órgano judicial principal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Constituida en 1945, esta Corte está encargada de decidir sobre las controversias de orden jurídico entre Estados, conforme al Derecho Internacional, y emitir opiniones consultivas sobre cuestiones jurídicas solicitadas por órganos o instituciones especializadas de la ONU. Considerando la existencia de esta entidad, nuestro Estado se animó a presentar la demanda ante esta Corte, recientemente. Quizás por la demanda presentada por Perú contra el mismo país, de manera precedente.
Bolivia toca otras puertas para ser escuchada por el mundo y lograr el apoyo internacional necesario para que el Estado chileno pueda dialogar seriamente sobre una salida al océano Pacífico, en el marco de nuestra política de Estado. La política de Estado chilena se abocó a mantener este conflicto como asunto bilateral, de correspondencia absoluta a Bolivia y Chile. El problema no es la bilateralidad del conflicto, el problema radica en la actitud del Estado chileno para no incluir esta demanda en ninguna mesa de diálogo, estableciendo un diálogo de sordos. Por tanto, no se puede dialogar sobre un tema con alguien que no quiere hacerlo.
Recuerdo el año 2004, cuando vivimos momentos de tensión entre los gobiernos de Carlos D. Mesa y Ricardo Lagos. Nuestro presidente, en aquel entonces, presentó “El Libro Azul: El Problema Marítimo Boliviano” en la Asamblea de la OEA desarrollada en Ecuador. Este hecho representaba una estrategia de Mesa para presionar a Chile a un diálogo serio. Lagos, por su parte, cerraba cualquier opción de diálogo, recurriendo al argumento del respeto a los tratados firmados. El presidente chileno comparó el conflicto del Pacífico con la guerra sostenida por Estados Unidos contra México en la década de 1840, donde el país vencido no solicitaba el territorio perdido. Sin embargo, México no perdió el acceso al mar en esa guerra, Bolivia sí. La presentación de la demanda es importante, independientemente de su abordaje en la Corte Internacional de Justicia, obliga a Chile a referirse al tema, rompiendo esa actitud silente. Necesariamente, ambos Estados debemos llegar a un diálogo, sea por “la razón o la fuerza”.
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